"Se ha detectado un nivel de radiactividad que excede el límite legal en Japón en una muestra de leche tomada en la prefectura de Fukushima y en seis muestras de espinacas de la prefectura de Ibaraki", dijo el portavoz del Gobierno, Yukio Edano.
Estos niveles no son dañinos para la salud, recalcó Edano, quien llamó a la población a mantener la calma.
Puntos clave
"Comparado con el consumo medio de leche de los japoneses, aunque alguien beba leche contaminada durante un año, las dosis de radiaciones que recibiría serían equivalentes a la de un solo escáner en un hospital”, precisó el portavoz, refiriéndose a la prefectura de Fukushima.
"Aunque una persona siga comiendo espinacas contaminadas durante un año, el nivel de radiaciones sería equivalente a un quinto de la dosis recibida durante un escáner", añadió sobre las verduras contaminadas en Ibaraki.
El Ministerio de Salud ordenó retirar esos productos de los mercados locales, e investigar para determinar la procedencia exacta de los alimentos contaminados y localizar los lugares donde fueron distribuidos.
En Maebashi, autoridades detectaron niveles altos de yodo radiactivo en la red de agua potable. La ciudad está ubicada 190 millas al norte de Tokio. La orden inmediata fue no beber agua del grifo hasta tanto se conozca más sobre el grado de contaminación.
El caso de Taiwán, sin embargo, parece ser atípico, porque la radiación se detectó en 27 libras de habas procedentes de Japón, pero no de la zona afectada por el terremoto, sino del del sur, del área de Kagoshima.
Todas las personas han recibido aunque sea una pequeña cantidad de radiación provenientes de fuentes naturales, como la radiación cósmica, las piedras, la tierra o el aire, explica la Asociación Nuclear Mundial.
Sin embargo, los estándares de protección contra la radiación asumen que cualquier dosis puede involucrar algún riesgo para la salud.
El trastorno más común cuando una persona se expone a la radiación, en este caso podría ser a alimentos contaminados, se denomina Sindrome Agudo de la Radiación. Sus síntomas, que pueden aparecer desde apenas unos minutos luego de la exposición hasta días después, son, entre otros: diarrea, náuseas y vómitos.
Luego de e este primer cuadro clínico, es frecuente que las personas se sientan nuevamente saludables por un corto tiempo, hasta que vuelven a aparecer otros síntomas, como: pérdida del apetito, fatiga, fiebre, convulsiones e incluso el coma.