¿Un suplemento de aceite de pescado ofrece los mismos beneficios en la salud cardíaca que comer el alimento? He ahí el dilema que ha dado pie a discusiones y debates que todavía no terminan de llegar a una conclusión clara sobre cómo consumir el omega-3. Veamos lo que dicen los hallazgos más recientes.
El aceite de pescado en suplementos y el mismo pescado contienen ácidos grasos omega-3, específicamente los ácidos eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA). Estas sustancias no las produce el organismo o lo hace en cantidades mínimas, por eso la única manera de obtenerlos es a través de alimentos o suplementos, según informes de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH).
La misma institución dice que muchos estudios demuestran que consumir pescados grasos ayuda a mantener el corazón sano y lo protege de diversos problemas cardíacos y que los suplementos de omega-3 también pueden ayudar a reducir las concentraciones de triglicéridos. Pero advierten que no está claro si estos suplementos protegen de la mayoría de los problemas cardíacos.
Un informe sobre esta dualidad publicado en Natural Medicines (NM) explica que un nuevo metaanálisis encontró que aumentar la ingesta de aceite de pescado en la dieta o los suplementos no ofrece ningún beneficio. Pero los datos provienen, en su mayoría, de estudios que sólo evaluaron la suplementación, en lugar de la ingesta del alimento.
Tras citar varios datos que se contradicen entre sí, el informe de NM concluye que, aunque todavía las evidencias no están claras, la mejor opción es comer una o dos porciones de pescado a la semana (que no sea frito) y que suplementos de aceite de pescado no parecen ayudar y es mejor invertir ese dinero en una dieta más saludable.
En 2018 se publicó un estudio en la revista especializada en cardiología JAMA que concluyó que los suplementos de aceite de pescado no previenen las enfermedades cardiovasculares ni ataques al corazón, ni siquiera en las personas que tienen un riesgo alto. La afirmación es resultado de un análisis extenso basado en datos de 78,000 personas que no encontró evidencia que apoye el uso de estos suplementos para la salud del corazón.
El autor de ese análisis, Robert Clarke, un epidemiólogo de la Universidad de Oxford, dio luces sobre este enredo de evidencias: él atribuye los supuestos beneficios a que los datos provienen de estudios con muestras pequeñas o sesgados. Su análisis sólo incluyó ensayos clínicos que involucraron, al menos, a 500 personas.
La opinión de la AHA
Para cuidar la salud cardíaca la Asociación Americana del Corazón (AHA, por su sigla en inglés) recomienda comer pescado al menos dos veces por semana y sugiere que cada porción sea de 3.5 onzas, una vez cocida. La recomendación se refiere especialmente a pescados grasos como el salmón, la caballa, el arenque, la trucha de lago, las sardinas y el atún blanco, que son ricos en ácidos omega-3.
Dice la asociaicón estadounidense que las investigaciones han demostrado que este nutriente disminuye el riesgo de arritmias (que pueden provocar la muerte súbita), los niveles de triglicéridos, la velocidad de crecimiento de la placa aterosclerótica y, ligeramente, la presión arterial. De allí el porqué de sus recomendaciones.
Sobre los suplementos, un informe de la AHA publicado en 2017 mostró que causan un ligero beneficio entre las personas que ya han sufrido un ataque al corazón o una falla cardíaca: el riesgos de morir a causa de esta enfermedad disminuyó 10%. Pero sobre quienes no padecen estas afecciones, no hay evidencia de que sirva para prevenir ataques cardíacos, cerebrales o insuficiencia cardiaca.
Tras revisar estos hallazgos recientes, podríamos afirmar que es preferible aumentar el consumo de ácidos grasos omega-3 a través de alimentos como el pescado, en lugar de tomar suplementos. Y que las personas con enfermedad cardíaca, podrían consultar con su médico sobre dichos suplementos para tener beneficios adicionales.
Una última aclaratoria: Los suplementos de aceite de pescado no son lo mismo que los productos con prescripción a base de esta sustancia, como Lovaza, Omtryg y Epanova.
Los productos recetados están aprobados por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) para el tratamiento de altos niveles de triglicéridos y contienen dosis más altas de ácidos grasos omega-3 que los suplementos. En cambio, los suplementos no requieren que sus fabricantes demuestren que son seguros ni eficaces para ser comercializados.
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