Fumar se asocia a una gran variedad de problemas de salud, que van desde alteraciones en el sistema respiratorio o nervioso, hasta un mayor riesgo de sufrir cáncer o enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, este hábito que se cobra más de ocho millones de muertes cada año, también tiene efectos nocivos sobre la piel.
Puntos clave
- Fumar se asocia a una gran variedad de problemas cardiovasculares, respiratorios y nerviosos.
- Sin embargo, este hábito que se cobra más de ocho millones de muertes cada año también puede repercutir negativamente sobre la salud de la piel.
- Específicamente, puede promover piel flácida, mala cicatrización, psoriasis, e incluso cáncer de piel.
El tabaco se puede fumar, ya sea en cigarrillos, cigarros, o pipas, o masticar, mediante productos como el rapé (que también se puede aspirar), dip o snus.
Otra forma de consumo que trajo consigo el nuevo milenio son los cigarrillos electrónicos, un sistema creado en China en 2004 que utiliza una batería para calentar una solución líquida y convertirla en vapor.
Recurriendo a cualquiera de las opciones anteriores, se expone al cuerpo a la nicotina, que, por sus efectos adictivos, dificulta abandonar el hábito.
Cuando esta sustancia ingresa al organismo, es rápidamente absorbida por el torrente sanguíneo, donde comienza a estimular a las glándulas adrenales para que liberen la hormona epinefrina, mejor conocida como adrenalina.
Esto provoca una sobreestimulación del sistema nervioso y ciertos efectos fisiológicos:
- Aumenta la frecuencia cardíaca, el consumo de oxígeno del músculo cardíaco, y los niveles de presión arterial, por lo que se la vincula con un mayor riesgo de ataques al corazón y accidentes cerebrovasculares.
- Se la relaciona con un mayor riesgo de sufrir diabetes, ya que afecta la producción de insulina por parte del páncreas, favoreciendo los picos de azúcar en sangre.
- Libera dopamina en las áreas de placer y motivación del cerebro, por eso, suele afirmarse que se siente un efecto similar al que ocurre cuando las personas toman otro tipo de drogas, como cocaína o heroína.
- Incrementa los niveles de betaendorfina, una hormona que actúa como moderadora del dolor, reduciendo la trasmisión y eficacia de estímulos sensoriales. Esto también ayudaría a aliviar la ansiedad.
- Debido a que aumenta la actividad de los neurotransmisores acetilcolina y la noradrenalina, se cree que podría mejorar la memoria y la concentración. Sin embargo, esa sensación de alerta o vigilia puede desencadenar en euforia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la epidemia del tabaquismo es una de las mayores amenazas para la salud pública a la que se enfrentó el mundo.
Solamente en EE. UU., es responsable de la muerte de 480.000 personas cada año, y más de 16 millones viven con una enfermedad causada por fumar, según informan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Sin embargo, sus efectos dañinos también alcanzan al órgano de mayor tamaño: la piel
Efectos del tabaco en la piel
Aunque las investigaciones sobre los efectos del tabaco sobre la piel no son necesariamente nuevas, los especialistas coinciden que pueden pasar desapercibidas para los consumidores.
A partir de diferentes ensayos clínicos, se descubrió que otro de los efectos dañinos de la nicotina sería el estrechamiento de los vasos sanguíneos en las capas de la piel (especialmente en la más externa: epidermis).
Según detalló la Clínica Mayo, esto dificulta el flujo sanguíneo hacia la piel, por lo que esta no recibe suficiente oxígeno y nutrientes importantes para mantense saludable, como la vitamina A.
Además de afectar a los vasos sanguíneos, el tabaco (junto a los más de 4.000 químicos que pueden encontrarse en su humo) dañan el colágeno y la elastina, sustancias que le garantizan fuerza y elasticidad a la piel.
Según diferentes estudios, este mecanismo es responsable de que los fumadores tengan un mayor riesgo de sufrir:
- Cáncer de piel, debido a la constante exposición a miles de toxinas. Algunos expertos aseguran que el riesgo de desarrollar carcinoma de células escamosas (SCC) puede ser 50% más alto en los fumadores.
- Disminución en la capacidad de cicatrización.
- "Líneas de fumador" (pequeños surcos alrededor de la boca, debido a fruncir excesivamente los labios).
- "Patas de gallo", que se producen sobre los bordes exteriores de los ojos.
- Piel flácida (especialmente en los brazos y pechos), debido al estrés oxidativo al que se somete al cuerpo.
- Problemas de pigmentación.
- Psoriasis, probablemente por los efectos de la nicotina sobre el sistema inmunitario.
Si bien las consecuencias del tabaco pueden ser impactantes, los expertos aseguran que nunca es tarde para dejar atrás el hábito de fumar.
En el caso de los efectos en la piel, afirman que, al tiempo de dejarlo, se notarán mejoras. Puede que las arrugas y manchas de alquitrán no desaparezcan por completo, sin embargo, el retorno del correcto flujo sanguíneo hacia la piel y una buena oxigenación, ayudarán a que la piel vuelva a verse joven y saludables.
Consejos para dejar de fumar
La nicotina es una droga muy adictiva, por lo que no suele ser sencillo dejar de fumar. Sin embargo, los profesionales de la salud afirman que el simple hecho de pensar en dejar de hacerlo ya es una gran paso.
Puedes optar por distinta estrategias que faciliten abandonar el tabaco:
- Buscar apoyo: familiares, amigos, consejeros o expertos, cualquier ayuda adicional es excelente para encontrar el apoyo necesario para enfrentar esta decisión.
- Escribir: para muchos puede ser una gran presión dejar por escrito sus metas u objetivos respecto al tabaco y no lograr cumplirlas. Por ello, en lugar de concentrarte en los días o plazos que establezcas para estar sin fumar, destaca los beneficios que obtienes cuando no fumas, desde una mayor precepción de los sabores y olores, hasta un mayor rendimiento físico.
- Eliminar rastros de cigarrillos: desde desechar todos tus cigarrillos, hasta lavar la ropa, cortinas o ambientes que tengan su olor.
- Identificar la conexión con el hábito de fumar: reuniones con amigos, caminatas o esperar el autobús, son situaciones en los que tiendes a fumar, y es importante identificar y eliminar esa conexión con el cigarrillo.
- Reemplazar los cigarrillos por otra cosa.
- Mantener la mente ocupada.
- Cuidado con la abstinencia: cuando dejes de fumar te enfrentarás a los síntomas de la abstinencia, por lo que es bueno conocerlos y anticiparte a ellos: mal humor, nerviosismo, falta de energía, depresión, resequedad de boca o garganta, dolor de estómago y cabeza, y deseos de comer.
- Dejar de fumar gradualmente: para muchos puede representar un mayor desafío dejar el cigarrillo de un día para el otro. Una forma de conseguirlo es disminuyendo gradualmente la cantidad que fumas (si actualmente fumas 10 por día, pasa a 6, luego a 3 y así hasta eliminarlos de tu rutina).
Recuerda, ceder alguna vez a la tentación no es lo ideal, pero tampoco representa un fracaso. Si en algún momento la necesidad por fumar te supera, piensa en todo lo que has logrado y aún puedes conseguir.
Fuentes consultadas: Clínica Mayo, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), Organización Mundial de la Salud (OMS).