El 12.6% de la población adulta de Estados Unidos usó benzodiazepinas en el último año, más del doble que en años anteriores. Además, el uso indebido de los medicamentos recetados representó más del 17%, según un estudio llevado a cabo por especialistas de la Universidad de Michigan.
Las benzodiazepinas son drogas psicotrópicas que pueden tener efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, anticonvulsivos y amnésicos y se usan para tratar afecciones como la ansiedad y el insomnio. Alprazolam (Xanax, Niravam) diazepam (Valium), clonazepam (Klonopin) y lorazepam (Ativan) son algunos de los fármacos que pertenecen a esta categoría. Cuando hablan de uso indebido, los investigadores se refieren a tomarlo sin que el médico lo haya recetado, tomarlo con más frecuencia de la recomendada o por más tiempo de lo recetado.
Al compararlos con estudios anteriores, se observó que en el período de 2013 y 2014, entre el 4% y el 6% de los adultos usaban benzodiacepinas (las estimaciones anteriores no tuvieron en cuenta el uso indebido). Además de descubrir que el uso general ha aumentado, de acuerdo a la nueva investigación el mal uso fue mayor entre jóvenes de 18 a 25 años (5.6%) y fue tan común como el uso prescrito.
Los resultados se calcularon tras analizar los datos de la Encuesta nacional sobre el uso de drogas y la salud de 2015 y 2016. Estos hallazgos fueron publicados en Psychiatric Services in Advance y divulgados por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, por su sigla en inglés).
Los investigadores también encontraron que las mujeres tenían más probabilidades de reportar cualquier uso de benzodiazepinas, mientras que los hombres tenían más probabilidades de reportar el uso indebido. Cuando se preguntaron las razones del mal uso, casi la mitad dijo que lo hacía para relajarse o aliviar la tensión y un poco más del 25%, porque ayudaba a dormir. Entre las personas que toman las drogas sin receta, la fuente más común fue un amigo o familiar.
El uso de benzodiazepinas ha sido objeto de debate debido a los daños asociados y a la necesidad de buscar alternativas más seguras, especialmente en el marco de la crisis de opioides que se vive en Estados Unidos. Los resultados del nuevo estudio traen más aportes a los cuestionamientos, pues entre sus hallazgos está que el uso indebido de estos fármacos estaba fuertemente asociado con el uso indebido o la dependencia de opioides o estimulantes recetados.
Los autores sugieren que los pacientes a quienes les prescriben estimulantes u opioides deben ser monitoreados para detectar el uso indebido de benzodiazepinas. Dicen, además, que es posible que algunos usos incorrectos puedan reducirse con un mejor acceso a las intervenciones conductuales para el sueño o la ansiedad.
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