La adicción a la bebida lejos se encuentra de ser una problemática estándar, por el contrario varía mucho entre un consumidor y otro. Así lo demuestra un nuevo estudio, que revela 5 perfiles de consumo excesivo de alcohol y su relación con la edad.
El consumo moderado de alcohol no acarrea grandes peligros, hasta que su uso se convierte en una realidad diaria. La Biblioteca de Medicina de EE.UU. informa que cerca de 18 millones de adultos en Estados Unidos tienen trastorno por el consumo de alcohol (AUD). Esto quiere decir que su dependencia por el consumo les causa angustia, ansia, daños y pérdida del autocontrol.
Los expertos reconocen la AUD como una enfermedad cerebral crónica recurrente, en la que una persona bebe compulsivamente, a menudo hasta el punto de que interfiere con su vida diaria. Pero la AUD se muestra como un un fenómeno más complejo que la bebida en exceso.
Una nueva investigación agregó nuevos matices al problema de los trastornos por consumo de alcohol. Esto se debe a que no sólo considera que es un fenómeno de naturaleza heterogénea sino también que el predominio de cada grupo se altera según la edad.
“Cada perfil tiene su propio conjunto de síntomas y tiende a ser más común en ciertas edades”, expone el documento publicado en la revista Alcohol and Alcoholism.
Ashley Linden-Carmichael, profesora asistente de investigación de salud del comportamiento biológico y miembro de la facultad en el Centro de Investigación para la Prevención Edna Bennett Pierce en la Universidad Estatal de Pennsylvania, en EE.UU., dirigió este reciente estudio.
Los perfiles
Linden-Carmichael y sus colegas examinaron los datos de 5,400 participantes, de entre 18 y 64 años de edad, que se inscribieron en la Encuesta Epidemiológica Nacional sobre el Alcohol y las Condiciones Relacionadas. Los voluntarios debían cumplir con una serie de requisitos que demostraran su situación de trastorno con las bebidas alcohólicas.
En este estudio los investigadores aplicaron un método denominado “Análisis de clase latente” para caracterizar los perfiles de personas con un AUD, agrupando a los que compartían síntomas similares. El análisis reveló cinco categorías:
- Lesión inducida por alcohol: Caracterizó al 25% de los voluntarios. Las personas con este perfil se involucraron en comportamientos de riesgo e incurrieron en situaciones peligrosas que podrían haberles causado lesiones.
- Interferencia de vida altamente percibida y altamente problemática: Caracterizó al 21% de los participantes. Si bien este grupo informó el padecimiento de muchos síntomas de AUD, reconocieron que su consumo de alcohol no tuvo ningún efecto adverso en sus vidas y no afectó sus tareas o relaciones familiares, laborales y sociales.
- Efectos adversos: Incluyó el 34% de los participantes. En este grupo informaron el padecimiento de resaca o síntomas de abstinencia al alcohol.
- Dificultad para reducir: Fue un perfil frecuente entre el 13% de los voluntarios. Las personas en esta categoría tuvieron dificultades o no pudieron disminuir su consumo de alcohol.
- Altamente problemático: La categoría final representó el 7% del número total de participantes. En ella se agruparon aquellas personas que tenían todos los síntomas de la AUD.
Este análisis también demostró qué tan común era cada perfil cuando las personas estaban en diferentes edades.
"Los efectos adversos y las clases de interferencia en la vida de baja percepción altamente problemáticas y altamente problemáticas tuvieron un predominio notable entre los adultos más jóvenes", detallan los autores, mientras que "la dificultad para reducir y las clases de lesiones inducidas por el alcohol fueron más frecuentes a medida que la edad aumentó".
La principal revelación de los hallazgos, indica la autora del estudio, es la necesidad de implementar tratamientos personalizados para las personas con AUD.
"Tenemos que pensar más allá de si alguien tiene un trastorno por consumo de alcohol, y analizar específicamente con qué está luchando y si está en una clase particularmente peligrosa", dice Linden-Carmichael.
“Además, aunque los adultos jóvenes tienen mayor riesgo de sufrir un trastorno por consumo de alcohol, está claro que también es un problema para las personas de mediana edad o en la edad adulta. Pueden estar luchando con diferentes aspectos de bebida” dijo Linden-Carmichae.
La autora también compartió algunas de sus inquietudes para futuras investigaciones “Me interesa entender, por ejemplo, si alguien tiene un perfil determinado a una edad más temprana, ¿Qué pasará con ellos más tarde?”.
“Si una persona está en la clase de efectos adversos solo a los 21 años, ¿Qué aspecto tendrá su consumo de alcohol a los 60 años? ¿Se intensifica o disminuye? Lo más beneficioso para la práctica sería realizar un estudio de tamaño similar pero con un seguimiento en todas las edades”, concluyó.
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