Entender el cerebro de los adolescentes quizás sea uno de los más grandes misterios para muchos papás. Por fortuna, la ciencia ha dado un paso adelante y ha encontrado una explicación que descifrar esta etapa de difíciles cambios. Conoce los detalles a continuación.
¿Por qué mi hijo se comporta así?, ¿en qué estaba pensando cuando tomó esa decisión?, ¿por qué no es responsable? Lidiar con un período de la vida caracterizado por tener comportamientos irracionales, impulsivos y peligrosos, como la adolescencia, sin lugar a dudas puede hacer que muchos padres pierdan la fe y la cabeza.
Con un propósito en mente
Consciente de esto, Frances Jensen, neurocientífica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania decidió llevar sus investigaciones hasta sus máximas consecuencias y explicar qué es lo que se produce dentro de la mente de un joven.
A través de resonancias magnéticas, Jensen ha podido analizar el cerebro de varios adolescentes y observar cómo las modificaciones en dicho órgano, pueden repercutir en sus pensamientos, sentimientos y acciones. Las respuestas que obtuvo han ayudado a tener una mejor visión y comprensión de los adolescentes.
Lo que halló
Contrariamente a lo que se piensa, Jensen encontró que aunque las hormonas juegan un papel determinado en muchas de las conductas, gran parte del comportamiento de los jóvenes se origina a partir de que sus cerebros no se encuentran desarrollados por completo.
Explicando el caso
Esto quiere decir que algunas zonas, como la corteza frontal, encargada de realizar juicios, calcular riesgos y controlar los impulsos todavía no se encuentra en su completa formación, lo que deriva en varias de las conductas erráticas de los adolescentes. “Es como si se tratara de un Ferrari sin frenos”, comenta Jensen.
Por ejemplo, te has preguntado, ¿por qué los jóvenes revientan en ira y hostilidad, ante el más mínimo estímulo? La Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente concuerda con Jensen y atribuye esto a la falta de crecimiento de parte de una región cerebral conocida como amígdala (distinta a la zona de la garganta)
¿Qué ocurre por dentro?
La amígdala, que forma parte del sistema límbico cerebral, es la responsable de las reacciones instintivas incluyendo el temor y la agresividad. Aunque se desarrolla tempranamente antes de la corteza frontal, experimenta modificaciones y va madurando a medida que la persona entra a la edad adulta. De ahí las variaciones en esta conducta.
Lo anterior muestra la manera en que operan los cerebros de los adolescentes, que es muy diferente a la de los adultos. Basado en el estado de desarrollo cerebral, los adolescentes tienden a actuar impulsivamente, leer mal o interpretar las señales sociales o emocionales, así como envolverse en peleas, comportamientos peligrosos y accidentes.
Reforzando la incongruencia
Otro factor que justifica la irracionalidad de los jóvenes es que durante esta época internamente no se cuenta con una conexión al cien con la región del cerebro que busca el placer y la recompensa, lo cual deriva a no tener un aprendizaje de cierta conducta y por consiguiente, no puede asociarse por completo con alguna sensación.
Esa misma “inmadurez” cerebral explica también por qué el cerebro adolescente es más susceptible a caer en una adicción que el cerebro adulto, según explica la neurocientífica. “Ellos se hacen adictos más fuerte, rápida y profundamente y los efectos en ellos duran más tiempo”, agrega.
La clave
De acuerdo con Jensen, tanto el alcohol como la mariguana se encargan de sedar el cerebro; no obstante, en el caso de los jóvenes pueden dañarlos de manera permanente al bloquear su desarrollo cerebral. “Ese es el motivo por el cual en varios estados del país se criminaliza la mariguana”, explica.
Y al igual que los jóvenes pueden causar daños irreversibles a sus cerebros, también pueden hacer mejoras y explotarlas para su beneficio. Y es que, por otro lado, se encontró que el coeficiente intelectual de cada persona suele incrementar hasta en una tercera parte durante la adolescencia.
Investigaciones que respaldan
Como prueba, un estudio que difundió la Biblioteca Nacional de Medicina, en donde se aplicaron resonancias magnéticas a niños desde la infancia a la edad de los 20. Los escáneres revelaron cambios en el volumen de la materia gris, cuya máxima marca la alcanzó en el periodo adolescente.
Del mismo modo, se encontró que es en esta etapa cuando las conexiones entre las diferentes partes del cerebro aumentan, incrementando la velocidad con la que se transmiten impulsos entre células. Lo que se interpreta con el crecimiento de las capacidades intelectuales como al memoria y capacidad de lectura.
Trabajo por hacer
Debido a esto, es importante que los jóvenes realicen actividades en las que reciban estimulación cerebral. Para ello los padres pueden buscarles talleres después de sus clases, así como un entorno educativo sólido. “Cómo trates a tu cerebro en la adolescencia, definirá el resto de tu vida”, agregó Jensen.
Según la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente, debido a su estructura cerebral interna, las posibilidades para que los adolescentes puedan recapacitar y pensar antes de actuar, hacer una pausa para considerar las consecuencias potenciales de sus actos o modificar sus comportamientos peligrosos son muy bajas.
Comprensión
Por ello Jensen invita a los padres a entender y tolerar a sus hijos. Aunque la adolescencia a partir de ahora tenga una mayor explicación científica no hay que olvidar que al final, los jóvenes ignoran que están experimentando por una época difícil.
“Estar conscientes de esta clase de diferencias puede ayudar a padres, profesores e incluso a abogados a entender, anticipar y manejar el comportamiento de los adolescentes”, agrega Jensen. Sin lugar a dudas, los jóvenes aún tienen un largo camino por recorrer.