Qué hacer cuando tu hijo no quiere comer

Para empezar, es importante respetar la sabiduría natural de los niños frente a sus necesidades fisiológicas. Luego hay que entender que el hambre, que es la normal demanda del alimento, es diferente al apetito, que es el normal deseo de satisfacer el gusto. La conducta alimenticia de los niños necesita una guía desde que son pequeños y nadie mejor que la madre o el padre para valorar este hecho de gran importancia en su crecimiento.

Si crees que tu hijo no come lo suficiente y eso te angustia debes saber que puedes hacer mucho por educarlo correctamente en cuanto a sus hábitos alimenticios, en su forma de comer, en su manera de demandar el alimento y en la percepción que tienen de la comida.

La tarea de educar a tu hijo con la comida debe empezar hoy mismo, así que comienza a ofrecerle un amplio abanico de alimentos. Los gustos y los desagrados relacionadas con la alimentación se empiezan a desarrollar durante la lactancia, pero siempre es posible intentar una vez más esa comida que una vez rechazó, sin forzarlo ni obligarlo.

Es importante que tengas nociones generales de lo que significa una comida saludable, pero no es necesario que te gradúes de nutricionista para criar hijos sanos. Basta con seguir algunas recomendaciones básicas, un poco de sentido común y fomentar en el hogar la importancia de una dieta equilibrada y de mantener un peso acorde.

La hora de la comida debe desarrollarse en un ambiente agradable. Evita, entonces, que el desayuno, el almuerzo y la cena estén condicionados al castigo, si tu hijo no concluye el plato. Y sobre todo, enséñale a comer en familia para que se apropie de los hábitos alimenticios de los adultos.

Procura cambiar la percepción que tiene tu hijo sobre la cantidad de comida que comerá. Una buena estrategia es servirle los alimentos que necesita, en función de su edad, en un plato más grande. De este modo, percibirá que hay poca cantidad de comida dentro de su bandeja.

Es importante fomentar la independencia en los niños. Dejar que él mismo se sirva, que decida y tenga autonomía sobre sus gustos alimenticios es un paso que en algún momento debes dar. Claro, la elección debe hacerla en función de los alimentos saludables que ya has comprado.

Evita que el niño llegue a la hora de cenar con cansancio y sueño porque sentirse agotado suele interferir en su apetito. En la mayoría de los casos tu hijo preferirá dormir antes que comer. Así que procura que haga siestas en la tarde para que tenga mucha hambre en la cena.

Si salen a comer fuera de casa, deja que tu hijo pruebe platos diferentes. Tal vez quedes sorprendida de la capacidad de experimentar que tiene tu hijo. Puedes empezar dejándole probar un poquito de lo que tus has pedido o pidiendo una tapita o ración reducida para que la pruebe.

No confundas la comida con el cariño. Debes encontrar otras formas de decir "Te quiero" que no incidan en el plato que tu hijo debe comer. Cuando se utiliza la comida para recompensar a los niños y para mostrarles afecto, los niños pueden empezar a utilizarla como mecanismo para afrontar el estrés u otras emociones negativas.

Está bien tomar dulces de vez en cuando, pero no conviertas el postre en el plato más deseado de las comidas. Cuando el postre se convierte en el premio, por haberse comido toda la cena, es normal que los niños den más valor al pastel que a los vegetales. Intenta mantener una actitud neutra hacia los alimentos.

Los niños suelen imitar las conductas de sus padres. Por eso es importante que seas un buen ejemplo para tu hijo y que comas comidas saludables porque esa es la mejor forma de enseñarle buenos hábitos alimentarios. Toma tentempiés nutritivos, come en la mesa y no te saltes comidas.