Metanfetaminas: un peligroso estimulante

La metanfetamina resulta muy adictiva ya que otorga sensaciones de placer, aumenta la energía y mejora el humor. Puede fumarse, inyectarse, inhalarse o tomarse por vía oral. Según una encuesta nacional publicada por el Instituto Nacional contra el Abuso de Drogas, más de 10 millones de personas en los Estados Unidos la han probado al menos una vez.

A la metanfetamina que se consume por vía oral se la conoce con varios nombres: anfeta, meta, tiza, o en inglés como speed, meth y chalk. El clorhidrato de metanfetamina, la forma cristalina inhalada al fumar, se conoce como hielo, cristal o vidrio (en inglés: crystal, glass y tina).

Quienes consumen anfetaminas pueden volverse adictas rápidamente y necesitar cada vez dosis más altas o con mayor frecuencia. Puede traer latidos cardíacos irregulares, aumento de la presión arterial y una variedad de problemas psicológicos, trastornos mentales severos, pérdida de la memoria y problemas dentales severos.

La metanfetamina es un polvo blanco, cristalino, sin olor y tiene un sabor amargo que se disuelve fácilmente en agua o licor. Originalmente, fue una droga desarrollada en el siglo pasado para utilizarse en medicamentos anti-gripales, descongestivos nasales e inhaladores bronquiales. Al ser un estimulante, disminuye el apetito y produce una sensación de bienestar general.

Si bien la metanfetamina es un derivado de la anfetamina difiere con ella en que penetra más rápidamente al cerebro, lo cual la vuelve una droga mucho más poderosa y peligrosa. Si bien la mayoría que se usa en el país viene de laboratorios internacionales o nacionales, existen también laboratorios clandestinos que las fabrican y la ponen al alcance de cualquier bolsillo.

Al poco tiempo de fumarla o inyectarla, el usuario siente una sensación de euforia. La inhalación produce efectos en 3 a 5 minutos, mientras por vía oral entre 15 a 20 minutos después. Luego causa un desplome muchas veces resulta insoportable para el adicto y lo lleva a consumir una y otra vez.

Esta droga está incluida en la llamada Lista II de la “Ley sobre Sustancias Fiscalizadas”, lo que significa que tiene un alto potencial para ser abusada y que, en caso de ser necesaria para el tratamiento de narcolepsia (trastorno del sueño) o de trastorno de déficit de atención con hiperactividad por ejemplos, se puede obtener solamente por medio de prescripción médica.

A diferencia de la cocaína que desaparece a la hora del sistema nervioso, metanfetamina queda unas 12 horas dando vueltas en el cerebro. Además de euforia y placer, aumento de atención, reduce el cansancio, aumenta la actividad física, los latidos del corazón, la temperatura del cuerpo y disminuye el apetito y el sueño.

A largo plazo se puede presentar, pérdida de la memoria, agresión, comportamiento psicótico, daño al corazón, malnutrición y graves problemas dentales. Al alterar la razón, puede estar relacionada a la actividad criminal, abuso infantil y la propagación de enfermedades infecciosas.

El abuso extendido de metanfetaminas la mayoría de las veces termina en adicción, una enfermedad crónica con recaídas, que tiene como motor la búsqueda desesperada de la droga. La abstinencia es complicada ya que genera depresión, ansiedad, delirios, agotamiento y un deseo vehemente de volver a la droga (“craving”).

Los tratamientos psicológicos más eficaces combinan varias estrategias que incluyen una terapia conductual, es decir, que trabaje el cambio a partir de la conducta, con objetivos concretos, la terapia y educación familiar y el programa llamado de 12 pasos para detectar el uso de drogas y lograr que el sujeto se involucre en actividades no relacionadas con la droga.

Si bien no existen medicamentos específicos que contrarresten el abuso de las metanfetaminas, existen algunas medicinas aprobadas por la FDA para otros fines que han demostrado disminuir los efectos de la abstención a esta droga. Por ejemplo un antidepresivo comercializado como Wellbutrín ayuda a reducir los efectos de la metanfetamina.

El pronóstico depende de la cantidad de fármaco que haya tomado de la rapidez con que haya recibido tratamiento. Las alucinaciones y los delirios de persecución pueden durar hasta un año después de dejar la droga. La pérdida de memoria, problemas en la piel, los dientes y trastornos del sueño pueden ser permanentes. Una sobredosis alta puede causar la muerte.

Si deseas obtener mayor información sobre esta y otras drogas o pedir ayuda en español o en inglés, puedes visitar la página web del DrugPubs Centro de Diseminación de la Información sobre las Investigaciones (drugpubs.drugabuse.gov) o llamar al Instituto Nacional de Lucha contra el Abuso de Drogas al 1- 877-NIDA-NIH o 1-877-643-2644.