A la hora de viajar, preparar un buen botiquín es tan importante como cargar el pasaporte o los billetes de avión. La finalidad de un botiquín de viaje es brindar los "primeros auxilios" y evitar que heridas o síntomas leves pasen a mayores, por lo menos hasta que podamos ser asistidos correctamente por personal capacitado.
No hay un "kit de primeros auxilios universal", sino que cada viajero armará un botiquín que cuente con todo lo necesario, teniendo en cuenta el destino hacia donde va. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) sugieren visitar el sitio de la Administración de Seguridad del Transporte para obtener actualizaciones sobre los artículos permitidos y prohibidos, incluidos los medicamentos que se permite llevar a bordo de un avión.
Una de las primeras cosas que hay que tener en cuenta a la hora de irse de vacaciones es si el viajero padece una patología crónica, como diabetes o asma. Si es así, debe llevar un suministro suficiente de su tratamiento y prever que en el lugar de destino quizá no sea fácil localizar esos fármacos.
Empaque sus medicamentos recetados en su equipaje de mano, junto con todas las recetas, incluyendo los nombres genéricos de los medicamentos.
Consulte con la Embajada o el Consulado de los Estados Unidos para asegurarse de que sus medicamentos serán permitidos en el país que está visitando. Algunos países no permiten que los visitantes traigan ciertos medicamentos al país.
Destino
Antes de emprender el viaje hay que informarse sobre las patologías y problemas sanitarios del destino que se va a visitar. Consulte con su profesional de atención médica al menos 4 a 6 semanas antes de cualquier viaje internacional. Quizás necesite todo ese tiempo para completar una serie de vacunas, y su cuerpo necesita tiempo para desarrollar la inmunidad.
Con independencia del destino, hay una serie de artículos y fármacos que pueden ayudar a hacer frente a una situación de emergencia y evitar problemas graves de salud. Los repelentes de insectos no puede faltar en el botiquín del viajero. El zika, la malaria, el dengue o el chikungunya son patologías graves que pueden prevenirse haciendo un correcto uso de los repelentes.
El alivio básico para dolores o molestias generales, como dolor de cabeza o muscular, son los analgésicos y antipiréticos (aspirina o ibuprofeno). Por lo general se administran por vía oral y surten efecto minutos después de su toma.
Antiácidos y laxante suave
Los cambios en la dieta durante unas vacaciones pueden provocar molestias como acidez de estómago, náuseas o estreñimiento. Para remediar estos problemas, se puede recurrir a antiácidos y a un laxante suave. También es importante contar en el botiquín de viaje con un anti diarreico que pueda ayudarle a sentirse mejor si presenta diarrea.
Gotas oculares
Debido a la continua exposición al sol o al agua de las piscinas, los ojos suelen sufrir en verano más de lo habitual. El botiquín debe incluir algún tipo de colirio para evitar enrojecimiento o picor.
Apósitos y antisépticos
El botiquín del viajero debe contar con lo necesario para curar pequeñas lesiones, como los apósitos (vendas o gasas) y los antisépticos (para prevenir infecciones). Estos últimos se presentan individualmente en sobres que contienen paños húmedos con pequeñas cantidades de solución, para facilitar el transporte y manipulación.
Antihistamínicos
Tanto si se produce una reacción alérgica inesperada como una picadura de un insecto, es conveniente tener a mano antihistamínicos. También una crema de cortisona puede ayudar.
Medicación para evitar náuseas
Los desplazamientos al lugar de destino, ya sea en coche, avión o barco pueden producir mareos. Para aliviar los síntomas es importante incluir la medicación adecuada y recomendada por un profesional.