¿Quién dijo que los más pequeños de la casa duermen como angelitos? Aunque no lo creas, el insomnio es un problema que no sólo aqueja a los adultos, de hecho, puede afectar hasta a los recién nacidos. Se calcula que un 30% de la población infantil tiene esta dificultad, lo cual puede repercutir negativamente en sus vidas, indica la Fundación Nemours.
Y es que el insomnio es uno de los problemas más frecuentes en la sociedad. Consiste en la dificultad de conciliar el sueño, permanecer dormido durante la noche o despertarse demasiado temprano por la mañana. Sin embargo, el del tipo infantil muestra algunas peculiaridades que marcan la diferencia.
Niños exaltados
Por ejemplo, en el principio un niño con insomnio puede desarrollar sobrexcitación, según indica la Fundación Nemours. No obstante, con el paso del tiempo, la falta de descanso y horas de sueño se hacen cada vez más notorias. Y a propósito de horas de sueño, ¿cuánto es lo recomendable que un niño debe dormir?
¿Cuánto sueño se necesita?
Esto dependerá de la edad que tengan. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) un recién nacido debe dormir entre 16-18 horas, mientras que los niños en edad preescolar, 11-12 horas; los de edad escolar, 10 horas; adolescentes, 9-10 horas y los adultos de 7 a 8 horas.
Los malos hábitos, tienen mucho que ver en esto, puesto que son adquiridos durante los primeros meses de vida. Y es que, la manera en que los padres controlan el sueño de sus retoños no siempre es la mejor. De acuerdo con expertos, este problema puede manifestarse desde los 6 meses de edad.
Eduard Estivill, doctor español del Instituto Universitario Dexeus, en Barcelona, explica que en muchas ocasiones los padres no suelen tener horarios fijos para dormir a sus hijos, lo que altera su reloj biológico y ocasiona los despertares nocturnos.
Todo empeora
Lo alarmante de esto, viene cuando los mismos padres no detectan que se ha desarrollado un trastorno del sueño, en el que el niño es capaz de despertar de 5 a 15 veces en una noche promedio. Si no se identifica esto, a medida que el infante crezca la forma de conciliar el sueño será más complicada, señala Estivill.
Malas costumbres
Aunado a esto, puede darse otra situación. Cuando las mamás tratan de dormir a su hijos, debido a que es un proceso que se da día con día, durante algunos meses, los pequeños se acostumbran a la presencia de su mamá, y cuando ella no está y el padre tiene que dormirlos, por ejemplo, la dificultad para dormir es mucho mayor.
Afecta el entorno
El ambiente en el que el bebé o el niño se encuentre a la hora de dormir será determinante. Se consideran como “malas” condiciones el estar bajo mucho ruido o luz, así como estar bajo temperaturas indeseadas como mucho calor o demasiado frío, según Estivill.
En el caso de los niños de más edad, se conjugan más factores, como conductas anómalas durante el sueño, terror nocturno, pesadillas, despertar ansioso, sonambulismo, ritmias del sueño o “tics nocturnos”. De igual modo, las alteraciones respiratorias producen el mismo resultado.
En tanto, las alteraciones en las rutinas de los niños, como por ejemplo, un cambio de casa, llegar de un viaje o experimentar el jetlag, así como la llegada de un nuevo integrante a la casa, también interfiere en sus descansos.
Mucho cuidado
Los problemas de insomnio infantil no sólo afectan al niño en particular, sino también a su ambiente, ya que, de acuerdo con el doctor español Gonzalo Pin Arboledas, de la Unidad Valenciana del Sueño Infantil (UVSI), hay reacciones directas con disfunción escolar y estrés familiar.
Algunos de los signos que acompañan el insomnio infantil son problemas para dormirse solos, constantes despertares nocturnos acompañados de la dificultad de dormirse sin la ayuda de los padres, así como tener sueños superficiales o dormir menos tiempo del requerido para su edad.
Llévalos con un experto
Si tu hijo presenta algunos de estos síntomas, lo mejor es que lo lleves con un experto en trastornos del sueño. Durante la consulta, el paciente será evaluado en base a sus procesos fisiológicos o conductuales para determinar qué está causando las molestias para dormir.
La importancia de la consulta
Lo primero que deberá hacer el especialista será descartar que el insomnio sea provocado por alguna patología orgánica, pues algunas afecciones como reflujos, alergias alimenticias o adenoides pueden hacer que el menor se despierte. Una vez que se sabe que no existen estos problemas el médico puede recetar algunas rutinas.
¿Cómo cuáles?
Algunas recomendaciones de los CDC para que los niños tengan un sueño más reparador consisten en vigilar sus horas de sueño, evitar que se desvelen, procurar que todos los días se vayan a la cama a la misma hora y mantener un ambiente tranquilo para descansar.
Es importante que ellos duerman las horas necesarias dependiendo su edad. Si en su habitación hay televisores, computadoras o gadgets, retírelos de su alcance. También procura que cenen algo ligero, dejando de lado la cafeína, los refrescos y los picantes, pues científicamente está comprobado que “ahuyentan” el sueño.
Cuida sus emociones
En ocasiones, los niños no pueden dormir a causa de cambios emocionales, como sentir la muerte de un familiar, la separación de sus padres, o una enfermedad. Ante esto, lo mejor es apoyarlos en todo momento y hacerlos sentir más seguros, informa la Fundación Nemours.
El insomnio no es el único problema del sueño que hay que estar al tanto, ya que también pueden presentarse a edad temprana trastornos del ritmo vigilia-sueño, como la narcolepsia, que causa somnolencia extrema y ataques de sueño durante el día, advierte Pin Arboledas.