Los científicos han develado un nuevo misterio sobre el origen del autismo: las madres que han padecido violencia tienen mayor riesgo de que sus hijos padezcan autismo. En abril, mes de concienciación sobre este trastorno, conoce las señales y los últimos hallazgos.
Pista 1: Nuevo enfoque
El estudio científico, realizado por la Escuela de Salud Pública de Harvard, es el primero en examinar el daño trans-generacional que el maltrato o abuso infantil en una mujer puede tener sobre la salud de sus propios hijos. Actualmente, el autismo afecta a 400 mil niños en EEUU.
Las mujeres que reportaron abuso físico, emocional o sexual cuando eran jóvenes, tenían más probabilidades de tener un hijo autista en comparación con las mujeres que no lo padecieron. Y las que soportaron el maltrato más grave, presentaron un 60% más de probabilidades de que su hijo fuera autista.
Los investigadores creen que las secuelas del abuso, como las conductas nocivas o los cambios en el sistema inmunológico de la mujer, son vitales: se interrumpe la respuesta al estrés, o las deja con estrés crónico. Y sugieren trabajar más en la prevención de violencia hacia las mujeres.
Cada vez hay más casos de autismo. La cifra ya supera a la estimación prevista y esto preocupa a las autoridades de salud. El espectro de autismo incluye el autismo, la forma más severa, así como el síndrome de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado (PDD-NOS).
El Centro Nacional de Estadísticas de Salud presentó en marzo de 2013 un relevamiento sobre la prevalencia del autismo en la infancia en EEUU y halló que 1 de cada 50 niños en edad escolar tienen esta condición. Y que los varones tienen cuatro veces más de probabilidades de padecerla.
Muchos expertos creen que en realidad no se ha producido un aumento en los casos de autismo, sino que han mejorado los métodos de conteo. Otros médicos argumentan que ahora se conoce más de cerca al trastorno, lo que facilita la detección, aún en casos más leves, y eso es un gran avance.
Una razón más para que las futuras madres incluyan ácido fólico en su dieta: consumir 400 microgramos al día contribuye a disminuir el riesgo de autismo en los recién nacidos hasta en un 40%, concluye un estudio de 2013 del Instituto Noruego de Salud Pública, publicado en Jama.
Se encuentra en los vegetales de hojas verdes, frutas, guisantes secos, chícharos y nueces. Los panes enriquecidos, los cereales y otros productos hechos con granos también contienen ácido fólico, pero la otra alternativa son los suplementos dietarios, informa la Biblioteca Nacional de Medicina.
La Universidad de Carolina del Norte, en EEUU, descubrió un problema con un circuito cerebral, que hace que los bebés de siete mese cambien la mirada y la atención de un objeto a otro con más lentitud, en comparación con los bebés que no desarrollan autismo.
"Nuestra esperanza es que este hallazgo del circuito cerebral dañado podría llevarnos a una detección e intervenciones tempranas que podrían mejorar los resultados de los individuos con autismo y sus familias", señalaron los científicos estadounidenses.
El autismo, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la depresión mayor, el trastorno bipolar y la esquizofrenia podrían tener factores de riesgo genéticos comunes, afirma un estudio de 2013 de la Universidad de Harvard.
Cómo ayudará el hallazgo
En el futuro, la prevención y el tratamiento podrían centrarse en estas variaciones genéticas. "Este estudio muestra por primera vez que hay variantes genéticas específicas que influyen en ciertos trastornos psiquiátricos que aparecen en la infancia y la adultez", afirmó el Doctor Jordan Smoller.
¿Qué es el autismo?
Es un trastorno neurobiológico del desarrollo muy complejo que dura toda la vida. A veces se lo clasifica como una discapacidad del desarrollo porque generalmente comienza antes de los tres años, en el período del desarrollo, según los Institutos Nacionales de Salud (NIH, su sigla en inglés).
Síntomas típicos
Los síntomas más importantes son problemas de socialización, comunicación y conductas repetitivas. Los niños autistas tienen problemas para hablar o establecer contacto visual con las personas cuando se les habla, y es posible que repitan actos o frases una y otra vez para calmarse. Fuente: NIH
Otras características
Repiten movimientos como aletear los brazos, correr o girar en círculos, tienen miedo excesivo, y a veces se autoagreden; presentan insensibilidad al dolor, rabietas y problemas para dormir y comer. Pueden vivir una vida normal, pero la mayoría requiere atención y supervisión de por vida.
Tratamiento personalizado
No se ha encontrado un único método de tratamiento para mejorar con éxito la comunicación en todos los individuos con autismo. El tratamiento más efectivo es el que comienza lo antes posible, durante los años preescolares, y que es adaptado a las necesidades individuales de cada paciente. (NIH).