Para Aimee Willet, una madre británica de sólo 26 años, esta Navidad cobrará un significado muy especial en su vida, y es que podría significar la última que comparta al lado de sus seres queridos, ya que fue diagnosticada con cáncer cervical en fase terminal.
Todo comenzó cuando en diciembre de 2013 Willet decidió acudir por cuenta propia a un examen de células sanguíneas, sin embargo, jamás imaginó la dura noticia que más tarde recibiría por parte de los médicos.
Malas noticias
Luego de revisar los análisis, los especialistas le informaron a Aimee que presentaba cáncer cervical, afección que de acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina, se desarrolla en el cuello uterino, justo en la parte inferior del útero (matriz) que desemboca en la parte superior de la vagina.
La noticia devastó a Willet, fue justo como un balde de agua fría que ahogó con todos sus anhelos y esperanzas. Sin embargo, sus deseos por salir adelante y ver crecer a sus hijos Charlie y Kaleb la llevaron a entrar al quirófano para practicarle una histerectomía, una operación en donde se extirpa el útero parcial o totalmente.
Trabajo difícil
Aunque el trabajo en el quirófano estaba contemplado a durar cuatro horas, éste se prolongó al doble. La condición clínica de Aimee no era del todo favorable, e incluso, los médicos se vieron obligados a retirar parte de su riñón, el intestino y el estómago.
Las malas noticias no terminaron ahí, pues en junio de 2014 enfrentó un segundo golpe, ya que los expertos le avisaron que habían encontrado otro tumor, el cual es sumamente más agresivo.
Pocas esperanzas
A pesar de su desgarradora situación, Willet decidió someterse a un tratamiento de radioterapia, mismo que, pese a que ha reducido el crecimiento del tumor, los médicos han sido francos con ella y le han informado que no se curará en su totalidad. De hecho le han advertido que es poco probable que sobreviva hasta el 2016.
Y es que no hay nada más desalentador que ser diagnosticado con una enfermedad tan letal como lo es el cáncer. Tan sólo si hablamos del tipo cervical, en Estados Unidos se calcula que al final del 2014 se diagnosticarán 12,360 casos nuevos, mientras que habrá 4,020 muertes, según el Instituto Nacional del Cáncer.
¿A qué se debe?
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina, casi todos los cánceres cervicales son causados por el virus del papiloma humano (VPH) un virus común que se disemina a través de las relaciones sexuales. Además, algunos otros hábitos o patrones sexuales en una mujer aumentan su riesgo de tener este mal.
Por ejemplo, tener relaciones sexuales a una edad temprana, tener múltiples parejas sexuales o tener una o varias parejas que participan en actividades sexuales de alto riesgo pueden favorecer la aparición de dicha afección. En tanto, no recibir la vacuna contra el VPH o tener un sistema inmunitario debilitado también contribuyen.
Síntomas
La mayor parte del tiempo el cáncer cervical inicial es asintomático. Algunos de los signos abarcan sangrado vaginal anormal entre periodos (después de la relación sexual o de la menopausia), flujo vaginal que no cesa, así como periodos menstruales que se vuelven más abundantes y que duran más de lo normal.
Desafortunadamente, como en el caso de Willet, el cáncer cervical, en un estado avanzado, puede diseminarse a otras partes del cuerpo como la vejiga, los intestinos, los pulmones y el hígado. Con frecuencia no hay problemas hasta que el cáncer está avanzado y se haya propagado.
¿Cómo detectarlo?
Una citología vaginal detecta precánceres y cáncer pero no ayuda a hacer el diagnóstico final. Una colposcopía, una conización quirúrgica, una radiografía del tórax, tomografía computarizada del pelvis, cistoscopía, pielografía intravenosa o una resonancia magnética de la pelvis también pueden servir.
Cabe mencionar que éste dependerá de la etapa o estado del cáncer, el tamaño y forma del tumor, edad y salud general de la mujer. Si este mal es precoz se puede curar con la extirpación o destrucción de los tejidos precancerosos o cancerosos. La histerectomía también puede llevarse a cabo.
Prevención
Historias lamentables como la de Aimee Willet tienen que servir como un aliciente para que las mujeres tomen cartas en su salud. Aplicarse la vacuna contra el VPH, tener sexo con protección, limitar el número de parejas sexuales, hacerse citologías y dejar de fumar reducen las posibilidades de presentar cáncer cervical.