Se sabe que las drogas intravenosas y el sexo sin protección son dos vías regias para que el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) invada un organismo. Pero hay otro aliado del VIH, un hábito social que desinhibe, facilita los contagios y dificulta los tratamientos: se trata del abuso de alcohol.
Según el Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA), el consumo de alcohol puede contribuir a la diseminación del VIH y a los tratamientos de las personas portadoras. "Las personas que beben mucho suelen atrasar la prueba del VIH y, si resultan ser seropositivas, también suelen atrasar los tratamientos o no cumplirlos adecuadamente", expresa el NIAAA.
El resultado es una cadena de malos hábitos de los cuales el virus se aprovecha para seguir circulando.
"El alcohol inhibe el control que una persona tiene sobre sus actos, por eso el estado de embriaguez muchas veces deriva en sexo sin protección", analizó el doctor Adán Ríos, profesor de la University of Texas Health Science Center en Houston, y médico en el Memorial Hermann Cancer Center-Texas Medical Center.
El doctor Ríos trabaja hace años en una vacuna basada en el virus inactivado, el mismo método a partir del cual el doctor Jonas Salk desarrolló una vacuna contra la polio.
A la par que ocupa su tiempo en el laboratorio, atiende pacientes con VIH casi desde el comienzo de la epidemia, en 1982.
¿Qué ha cambiado desde los comienzos de la epidemia?
A pesar de los avances en las terapias antirretrovirales que han transformado al VIH en una condición crónica, la enfermedad se sigue concentrando en las minorías desprotegidas, a nivel mundial y local, erosionando el futuro y la posibilidad de desarrollo económico.
¿Hay un responsable?
En los comienzos de la epidemia hubo un despertar público, una suerte de concientización colectiva, de los estados y de los individuos, y se comenzó a luchar por la erradicación. Hoy en día se ha bajado la guardia, se cree que el VIH ya no está, cuando está afectando especialmente a los jóvenes, y a los mayores de 50 años.
¿Hay más, o nuevas, conductas de riesgo?
El alcohol es el principal aliado del VIH. Las conductas deshinibidas que genera llevan a tener sexo inseguro, y sabemos que las relaciones sexuales sin protección siguen siendo la principal forma de contagio.
¿Estrategias para mejorar la prevención?
Hay que promover que toda persona sexualmente activa que no esté en una relación monógama se realice la prueba de VIH. La frecuencia del test depende del grado de riesgo. También hay que educar a la juventud pero no con campañas generales sino con estrategias con foco cultural, que respeten la cultura y las creencias de cada comunidad. El mensaje debe ser que siempre hay una forma de protegerse del VIH.