El estudio fue realizado a modo de experimento clínico por expertos de tres universidades canadienses y fue publicado por la revista científica New England Journal of Medicine.
Los científicos compararon los resultados después de ofrecerle a un grupo de estudiantes un curso de cuatro sesiones de 3 horas cada una, es decir 12 horas en total de entrenamiento sobre cómo resistir y prevenir un asalto sexual. Al grupo de control les brindaron un panfleto con información sobre prevención, algo muy común de verse y repartirse en los centros universitarios.
El estudio realmente abarca un tema de gran importancia y preocupación nacional. Según el Acta De Eliminación de Violencia Sexual en las Universidades, firmada en el 2013, todas las universidades del país tienen hasta el primero de julio para explicar en detalle cómo resuelven y trabajan los casos de asalto sexual.
Rape, Abuse and Incest National Network (RAINN), la mayor organización de lucha contra el abuso del país asegura que 1 de cada seis estadounidenses ha sido víctima de un intento o de una violación en algún momento de su vida. (14.8% de una violación, 2.8% de un intento de violación).
La mayor parte de los asaltos sexuales ocurren cuando concurren a los primeros años de universidad, el 37.4% de las mujeres violadas, fue atacada cuando tenía entre 18 y 24 años, dicen Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) haciendo referencia a una encuesta nacional.
La investigación
Este programa es el primero en demostrar el éxito que puede obtenerse y el primero en ser publicado en una revista científica médica, muy famosa por sus estudios de prueba de drogas y medicamentos.
Como conclusión, las mujeres que tomaron las 12 horas de entrenamiento del proyecto de investigación tuvieron un 46% menos de chances de ser violadas y en general, el programa redujo los intentos de violación en un 63% dice el estudio.
Un total de 451 mujeres fueron asignados al grupo de resistencia y unas 442 participaron del grupo de control, explica el informe. El estudio se realizó entre septiembre 2011 y febrero 2013 de las universidades Calgary, Windsor y Guelph en Canada.
Esas 451 recibieron en los talleres se encuentran conferencias, ejercicios de resolución de problemas, discusiones sobre temas de defensa, clases de defensa personal y también el ayudar a las jóvenes a identificar sus propios deseos sexuales y reconocer una agresión.
Las 442 restantes fueron asignadas para participar del grupo de control y recibieron una charla de 15 minutos y unos panfletos sobre ataque sexual.
Un año después de realizado el experimento, los expertos entrevistaron a los participantes del estudio y les hicieron una serie de preguntas detalladas sobre cuestiones sexuales.
Dentro de las mujeres a las que les dieron los panfletos un 9.8% reportó que había sido violada y el 9.3% reportó que había sufrido un intento de ataque sexual.
Un 14% adicional había sido víctima de sexo coercitivo en el cual el atacante presionó o manipuló sexualmente a la víctima.
Dentro de las víctimas a las que le dieron el curso de resistencia el 5.2% dijo que había sido violada y un 3.4% reportó un intento de violación, con lo que las reducciones fueron del 46.3% y el 63.2% respectivamente.
Los porcentajes de sexo no consensuado reportado en los grupos de control fueron un 35% más bajos y la coerción sexual, un 24% menos frecuente.
Una de las autoras del estudio, la canadiense Charlene Y. Senn de la Universidad de Windsor en California dijo que la socialización de las jóvenes puede ser un impedimento clave para no denunciar y advertir estos asaltos y responder a un atacante sexual.
El curso proveyó a las estudiantes de una serie de conocimientos y herramientas para advertir, reconocer y si es necesario, contrarrestar los avances sexuales. Las participantes también recibieron dos horas de entrenamiento de defensa personal canadiense conocida como Wen-Do.
Muchas veces las jóvenes, explica Senn, son muy sociables y agradables, y pueden llegar a ver un asalto sexual o la agresividad como una forma de diversión en una fiesta por ejemplo.
Ya existieron estudios previos como el realizado por la misma psicóloga en el 2005 que alertaba sobre la falta de conciencia de las víctimas, que no se ven a sí mismas como tales, lo cual dificulta aún más la denuncia de estos casos.
Al potenciar el poder de la víctima ante los ataques, el darles la capacidad de identificar y resistir a los ataques, los expertos creen que se podría reducir notablemente el número de ataques sexuales.
¿A qué se denomina violencia sexual?
Se considera violencia o abuso sexual a cualquier acto de naturaleza sexual al que se obliga a hacer algo una persona sin que ella lo desee. Esto incluye también cuando a la víctima se la obliga cualquier tipo de contacto sexual y también cuando se la toca o se la obliga a tocar a alguien, a desnudarse o a acariciarse íntimamente, aunque el agresor no la toque.
Según el Informe Mundial sobre Violencia y Salud de la Organización Panamericana de la Salud, la violencia sexual puede definirse como “todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de ésta con la víctima".
La violación propiamente dicha es una relación sexual que ocurre sin consenso ni acuerdo y se da cuando una persona fuerza a otra a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad. También se habla de violación cuando la víctima es intoxicada con alcohol o drogas e incluye el coito vaginal, anal o la penetración oral. Es una ofensa grave y uno de los delitos más graves que una persona puede cometer.
Las consecuencias
Existen consecuencias físicas y psicológicas de los abusos. Ser víctima de abuso sexual es una de las experiencias más traumáticas que pueden vivir una persona. Muchos creen que en la adolescencia el riesgo de violencia sexual es menor, porque ya son sujetos crecidos, capaces de defenderse. Pero las estadísticas dicen que precisamente la adolescencia es la edad de mayor riesgo.
Entre las consecuencias físicas de una violación, según datos de la Asociación Americana de Médicos de Familia están: la rotura de huesos, los cortes, moretones, lastimaduras en los genitales o en el ano, el embarazo no deseado, el contagio de enfermedades de transmisión sexual incluyendo el VIH, herpes genital, gonorrea y sífilis.
Entre los daños psicológicos se encuentran: la vergüenza, la culpa, sentimientos de desvalorización personal, miedo, depresión, angustia, falta de confianza, problemas de relación con tu pareja, recuerdos traumáticos, dificultad para dormir, entre otros.
Según RAINN, las víctimas de un ataque sexual tienen 3 veces más probabilidades de sufrir depresión, 6 veces más de sufrir estrés post-traumático, 13 veces más chances de abusar del alcohol, 26 más probabilidades de consumir drogas y 4 veces más de cometer suicidio.
Si bien las consecuencias emocionales pueden duran un largo tiempo, con ayuda de un profesional y terapia a largo plazo estos síntomas pueden reducirse hasta desaparecer.
Otras formas de prevención
Desafortunadamente, no existen formas seguras y 100% de protegerse de una violación, sin embargo algunas medidas adicionales que puedes tomar, dicen los expertos serían:
- Ser responsable de tus acciones, mantén el control y no te emborraches en una fiesta ni permitas que un extraño te lleve a tu casa.
- No camines sola de noche, trata de estar siempre acompañada aunque sea sólo para llegar a tu automóvil.
- No permitas que te hablen o te lleven a hacer cosas o ir a lugares con los que no te sientes cómoda. Toma tus propias decisiones.
- Aprende todas las formas posibles de defenderte en caso de un ataque.
- Confía en tus instintos y sentimientos. Si una persona te amenaza o no te resulta confiable, no insistas con esa amistad.
- Lee e infórmate todo lo posible sobre violaciones y ataques y los recursos con los que cuentas. Así estarás más alerta.
- La comunicación abierta entre el médico y los profesionales y loas pacientes adolescentes es fundamental. Actividad sexual y abuso sexual no son sinónimos y todos deben reconocer la diferencia.
Todos los médicos y profesionales de la salud deben conocer las leyes estatales para seguir en forma adecuada los procedimientos y reglamentaciones después de hablar con adolescentes que fueron atacadas sexualmente.
No estás sola
Uno de los problemas es que algunas de las víctimas sienten a la violación como su falta y experimentan sentimientos de culpa y a pesar de que esto no sea así, muchas jóvenes no reportan los incidentes. Es importante, explican los expertos, que las víctimas obtengan ayuda lo antes posible.
Con el objetivo de aumentar el número de denuncias, el gobierno abrió una página web www.notalone.gov, cuya traducción sería no estás sola, en la que los estudiantes conocen sus derechos y qué hacer si son víctimas de un abuso. En ese portal, las universidades encontrarán una guía sobre qué hacer en los casos de agresiones sexuales y compartirán detalles sobre cómo han actuado otros centros.
Otra investigación anterior ha arrojado un dato muy preocupante: muchas víctimas no se ven a sí mismas como tales, y permanecen en silencio y eligen no reportar la violencia sexual y los acosos que viven en forma cotidiana y como algo "normal" en la escuela media y secundaria y no como un acto de violencia.
Entre las razones citadas por los investigadores para no reportar se encuentran: la falta de confianza en las autoridades, el miedo a la represalia por parte de sus victimarios, la desconfianza de sus propios amigos sobre el abuso y el miedo a ser condenadas por no poder manejar el tema y ser llamadas fáciles o prostitutas.
Si deseas reportar un ataque sexual puedes llamar en forma gratuita al National Sexual Assault Hotline al 1.800.656.HOPE(4673), la llamada es confidencial y el servicio está disponible las 24 horas del día los 7 días de la semana.