El fallo fue aguardado en un clima de gran tensión y nerviosismo y luego de conocerse desató una serie de incidentes y saqueos que se ha hecho eco incluso en otras zonas del país al grito de "la vida de los afroamericanos también vale".
Muchos ven como un acto de injusticia el hecho de que el el policía Darren Winson haya matado a tiros a un adolescentes desarmado el 9 de agosto pasado y el Gran Jurado, formado por 7 hombres y 5 mujeres,entre ellos 3 afroamericanos y 9 blancos, decidió que no había suficientes pruebas para mostrar que el homicidio del joven de 18 años había sido intencional.
El caso generó una gran tensión durante el fin de semana y debates sobre la violencia policial contra la población negra en Estados Unidos y horas antes de anunciar la decisión judicial, el gobernador del estado de Missouri, Jay Nixon llamó a la paz, al respeto y a la moderación. Incluso el presidente Barak Obama y los mismos padres de Brown hicieron un llamado a la calma y la prudencia.
En cuanto a lo judicial, lo más delicado del hecho en cuestión fue determinar quién comenzó el altercado, si efectivamente Brown intentó arrebatarle el arma al oficial, si el policía intentó ahorcar al joven, si se rió o no en la escena y una serie de cuestiones que manifestaron los testigos que reavivaron tensiones raciales y provocó manifestaciones desde hace 107 días.
Pero el tema de la discriminación y el racismo vuelve a debatirse a raíz de este caso. De acuerdo con datos de la Comisión de Sentencias de Estados Unidos, una agencia independiente en la rama judicial, los hombres afroamericanos recibieron sentencias 19,5 veces mayores que sus pares blancos en situaciones similares entre finales de 2007 y finales de 2011 y si bien son el 12% de la población del país, representan el 40% de las personas encarceladas en Estados Unidos, según informó en agosto la Universidad de Stanford, en California.
Por otra parte, días atrás, la policía de Cleveland, Ohio, mató a un niño afroamericano de 12 años en un parque de la ciudad, porque no obedeció la orden de levantar las manos y amenazó a la policía con un arma falsa a la que le habían retirado un indicador de seguridad naranja que demostraba que era una réplica.
Miedo al miedo
El miedo es una respuesta natural ante algo que se detecta como un peligro y es una sensación desagradable que afecta el cuerpo y mente. Es una emoción caracterizada por una intensa sensación de angustia o ansiedad, habitualmente desagradable, provocada por la percepción de un peligro, real o imaginario. Es una reacción primaria, no voluntaria, que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza. Pero el miedo no debe ser paralizante sino más bien movilizador, es decir, venir acompañado de una acción de defensa o cuidado.
Si es racional, el miedo puede ser saludable porque puede movilizar una seria de reacciones de cuidado y protección.
A nivel fisiológico el miedo incrementa el metabolismo celular, aumenta la producción de adrenalina, aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre, la actividad cerebral y la coagulación sanguínea. También cuando hay miedo se dilatan las pupilas para facilitar la entrada de luz, la sangre fluye a los músculos sobre todo a las extremidades inferiores y todo en general se pone a disposición para facilitar la reacción de individuo ante el peligro.
Pero también hay reacciones físicas ante el miedo que son negativas o paralizantes como taquicardia, sudoración, temblores, cierta pérdida del control sobre la conducta, como la orina involuntaria por ejemplo.
En una situación como la descrita anteriormente, habría que evaluar una serie de miedos. Por un lado el miedo a lo diferente, inherente en toda conducta racista o discriminatoria. Pero también está el miedo real a ser testigo de un hecho de violencia y salir lastimado, lo que puede disparar una serie de medidas de cuidado.
En el otro lado de la moneda, también podemos hablar del miedo a ser rechazado o segregado de una comunidad y a padecer condiciones adversas por el sólo hecho de ser diferente.
El comportamiento de un individuo sometido a ciertas dosis de estrés puede acabar siendo contagioso porque las emociones negativas son más impactantes que las positivas dice el sociólogo social español, Luis Muiño, autor del libro 'Perder el miedo al miedo'.
"Por razones adaptativas uno necesita saber qué va mal, por eso el miedo es la emoción más creída. Las emociones positivas tienen menos impacto, porque son más difusas, más tibias. Es lo que se llama ley de asimetría hedónica. Lo negativo te lleva a la alerta...pero sí es cierto que el miedo vende más que la tranquilidad", agrega el experto.
En conclusión, el miedo es una forma de cuidado pero no debería impedirnos evaluar la dimensión del problema y actuar en consecuencia y sobre todo, no entrar en pánico y quedar paralizados.