Los 135 mil participantes que fueron analizados por el Departamento de Ciencia y Tecnología encabezados el neurocientífico Teri Krebs y la psicóloga Pal-Orjan Johansen muestran que el LSD y otras drogas psicodélicas como los hongos no aumentan el riesgo de desarrollar problemas mentales como trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo y psicosis.
Estos resultados fueron publicados en la revista científica Journal of Psychopharmacology.
Después de observar la conducta los participantes, 19 mil de los cuales admitieron haber consumido drogas psicodélicas y recolectaron datos de la Encuesta Nacional de Salud, llevada a cabo entre los años 2008 y 2011, con el objetivo de encontrar alguna vinculación entre este tipo de consumo y trastornos de ansiedad, estrés psicológico, depresión o pensamiento suicidas.
De acuerdo a la data analizada, no se ha podido lograr dicha conexión y se calcula según el reporte de la revista existen unos 30 millones de estadounidenses que han probado ests drogas al menos una vez.
Para realizar estos estudios se tomaron en consideración todos los casos de trastornos mentales diagnosticados, de síntomas de ocho desórdenes psíquicos, como el pánico, el síndrome depresivo, obsesiones, agorafobia, fobias sociales, ansiedad, trastorno por estrés postraumático y las psicosis no afectivas. También han sido analizados casos de hospitalización psiquiátrica, observación ambulatoria, medicación recetada y otros tipos de tratamiento practicado, así como los casos en que los pacientes necesitaban tratamiento pero no lo recibieron.
Según los investigadores, las drogas psicodélicas no serían adictivas como el alcohol y otras sustancias más fuertes, que sí se asocian con un estrés psicológico.
"Más bien, en varios casos el uso de los psicodélicos fue asociado a un menor índice de problemas de salud mental", afirman Teri Krebs y Pal-Orjan Johansen en un artículo publicado anteriormente en la revista 'PLOS ONE'.
Sorpresivamente, tanto el LSD como los hongos psicodélicos se encuentran en la lista de métodos terapéuticos para tratar a pacientes con estrés post-traumático y otras condiciones. Sin embargo, este tipo de tratamiento ha sido también muy cuestionado.
Cómo actúan los alucinógenos
Los alucinógenos son drogas que causan alucinaciones, es decir, alteraciones importantes en la percepción de la realidad del usuario. Bajo la influencia de estas drogas, las personas ven imágenes, oyen sonidos y sienten sensaciones que parecen reales pero que en realidad no existen. Algunos alucinógenos también producen oscilaciones emocionales rápidas e intensas.
La forma en que actúan es interrumpiendo la interacción de las células nerviosas y el neurotransmisor serotonina, la cual es distribuida por el cerebro y la médula espinal y está involucrada en el control de los sistemas de conducta, percepción y regulación, incluyendo el estado de ánimo, el hambre, la temperatura corporal, el comportamiento sexual, el control muscular y la percepción sensorial.
LSD es una abreviación del término alemán para la dietilamida del ácido lisérgico, es la droga que se identifica más comúnmente con el término "alucinógeno" y la más ampliamente usada en este tipo de drogas. Otros alucinógenos son la mezcalina, la psilocibina y la ibogaina.
Al LSD se lo conoce también como "ácido" o "micropuntos" en español y "acid", "blotter" y "microdots" en inglés.
Además de sus efectos a corto plazo sobre la percepción y el estado de ánimo, explica el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, el LSD está asociado con episodios casi psicóticos que pueden ocurrir mucho después de que la persona haya tomado la droga. El uso de la LSD y otros alucinógenos por estudiantes de la escuela secundaria ha disminuido desde 1998, pero el uso de la ketamina y la LSD en los clubes de baile y en las fiestas "rave", que duran la noche entera, está creciendo entre los adolescentes mayores y los adultos jóvenes, reporta el informe.
La LSD es una sustancia clara o blanca, inodora, y soluble en el agua y es la droga más potente que se conoce que altera el estado de ánimo y la percepción. Dosis orales tan bajas como 30 microgramos pueden producir efectos que duran de 6 a 12 horas.