Un estudio de la Universidad de Ohio asegura que se trata de personas que en su personalidad carecen de un rasgo de control de impulsos y medición de las consecuencias de sus actos.
Existen numerosas investigaciones las diferentes formas en que el alcohol afecta la salud. Sin embargo, no existen mucha evidencia que explique el por qué algunas personas se ponen agresiva cuando beben y otras no.
En psicología, la mayor parte de los estudios realizados sobre el tema del consumo de alcohol y la agresividad son de carácter estadístico y descriptivo, más que nada con datos comparativos entre diferentes poblaciones. Pero la forma en que se relaciona el consumo de alcohol y la agresividad no es lineal sino compleja.
¿En qué países se toma más alcohol?
Esta investigación resulta novedosa porque intenta determinar qué rasgos de la personalidad se encuentran presente como denominador común entre las personas que se suelen poner agresivas con el alcohol.
El alcoholismo y los problemas con la bebida afectan a unos 38 millones de adultos en Estados Unidos, lo cual incluye desde abusar del alcohol, tomar grandes cantidades eventualmente hasta caer en borracheras o episodios de intoxicación etílica hasta caer en la dependencia conocida como alcoholismo.
El alcohol es responsable de unas 88 mil muertes por año y está muchas veces asociados a conductas agresivas por parte del tomador. Por su parte, el Instituto Nacional de Salud, conocido como NIH por sus siglas en inglés asegura que 9 de cada 100 hombres y 4 de cada 100 mujeres muestran signos de dependencia tanto física como psicológica al alcohol.
Alcohol: lo que necesitas saber en el 2015
La investigación
El grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Ohio se planteó la siguiente pregunta: ¿Por qué algunas personas cuando beben se vuelven agresivas mientras que otras se vuelven simpáticas y alegres? El estudio fue publicado en la revista científica Journal of Experimental Social Psychology.
El equipo de expertos, liderados por el Dr. Brad Bushman entrevistó a unos 250 hombres y a 250 mujeres que se presentaron como voluntarios y se consideraban tomadores sociales y los invitó a participar de un juego.
Así, los investigadores dividieron a la población que estudiaban entre los responsables y los irresponsables, es decir, quienes parecían ser más conscientes de las consecuencias de sus actos y quienes no, según un cuestionario realizado.
El grupo de expertos les dio a uno de los grupos una bebida con una cantidad de alcohol reducida mientras que al otro una con cantidad suficiente para entrar en estado de embriaguez.
A los dos grupos se les propuso un juego de competencia en el que debían apretar un botón cuando aparecía una señal. El que lo hacía primero ganaba. Sin embargo, la computadora elegía el ganador en forma aleatoria, por lo que no importaba mucho quién presionaba primero el botón.
El ganador, luego de cada ronda, podía dar una descarga eléctrica a su contrincante y elegir la intensidad y la duración de la misma. Cuanta más intensidad, más agresiva se consideraba a la persona.
El grupo que había sido descrito como más irresponsable mostró un mayor índice de agresividad, ya que propiciaban descargas más largas e intensas a sus competidores.
Una de las sorpresas del estudio, es que a pesar de que los irresponsables eran más agresivos como era predecible, el nivel de agresividad superó la escala prevista por los investigaciones.
“Fueron, por mucho, el grupo más agresivo del estudio”, dijo el investigador.
Un desinhibidor
El alcohol actúa como desinhibidor, es decir, incentiva lo que ya es una característica de la personalidad previa y desactivando los mecanismos de autorregulación que permite movernos socialmente. Estos mecanismos son los que permite regularnos en contextos sociales y cuanto mayor es la ingesta de alcohol, mayor es la desnhibición.
Michael McKloskey, de la Universidad de Temple, agrega a esta investigación una visión positiva y asegura que la impulsividad de las personas puede ser controlable. "Si una situación resulta frustrante o desagradable, es precisamente algo que uno puede llegar, mediante algunas técnicas del control de impulsos, a verla situación desde un punto de vista más objetivo para poder controlarla", explicó.
El resultado determinó que los hombres suelen ser en general más agresivos que las mujeres, pero sin embargo, los efectos del alcohol se reflejaron en forma similar en ambos sexos. Los investigadores creen que esto se debe a que las mujeres tienen un sentido de la responsabilidad que los hombres y un mayor control sobre sus emociones, y se reprimen más de expresar sus emociones en público.
La ira, como rasgo de personalidad, también parece influir a la hora de desencadenar una reacción en hombres y mujeres al tomar alcohol. Es decir, quienes poseen este tipo de personalidad tienden a reaccionar en forma agresiva con el consumo de alcohol.
Así lo demuestra otro estudio, publicado en la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research, explica que la diferencia entre agresividad e ira es que la agresión está destinada a otro mientras que la ira no está motivada por ningún fin en particular sino con la frustración que puede generar una situación.
Los resultados de ese estudio confirman que el alcohol no aumenta la agresividad en todas las personas, ni en todas las situaciones y que la ira también juega un papel muy importante, incrementando el riesgo de este tipo de comportamientos.
Como el alcohol es un desinhibidor natural, acrescienta los rasgos de personalidad de base y los hace expresar cosas y tener reacciones que en otro contexto no se darían, sobre todo si tienen que alguien los está provocando o la situación les genera frustración.
"Si eres ese tipo de persona, que tiende a no medir las consecuencias, deberías mantenerte lejos del alcohol", concluye Bushman.