Tal vez nunca se pueda saber a ciencia cierta qué paso entre las cuatro paredes de esa casa donde convivieron durante una década las secuestradas y sus victimarios. Una trama construida a base de secretos que no serán contados, de sufrimiento, de complicidades ocultas y esperanza…
Amanda Berry desapareció en 2003, a los 16 años y tiene una hija nacida en cautivero, Georgina DeJesús fue secuestrada en 2004, a los 14 años y Michelle Knigth desapareció en 2002, tenía 20 años. Las tres fueron llevadas a la fuerza a la casa de tres hermanos en Cleveland, Ohio.
Puntos clave
Les espera un camino difícil, pero el solo hecho de tener el valor de escapar, como lo hizo Amanda, "Es una muy buena señal. Se muestra un nivel de madurez y la capacidad de tomar la iniciativa positiva para escapar de un captor ", dijo John Fairbank, del Centro el Estrés Traumático Infantil de UCLA, Universidad de Duke.
Partiendo de la base de que un secuestro es una situación límite traumática, José Antonio Garciandía Imaz, Psiquiatra, de la Universidad Universidad de Bogotá, Colombia, señala que “es un evento que genera efectos a corto plazo en las personas que son víctimas y en sus familiares, pero además existen efectos a largo plazo que se traducen en síntomas psicosomáticos y emocionales”.
"El secuestro es una interrupción de la vida del individuo y un vaciamiento existencial de todo lo que era su vida cotidiana, durante un tiempo en el que las pérdidas son múltiples y para las cuales la psiquis o la mente, no está preparada", señala el psiquiatra.
¿Y cómo recuperar la vida propia, cómo volver al rol que se ocupaba? “Retomar la vida después del secuestro implica reorganizarse con el mundo, pero, sobre todo, con el propio cuerpo enajenado, y éste, que no ha encontrado la vía de las palabras para expresar la experiencia, encuentra más fácil el lenguaje de los órganos, que emiten respuestas espontáneas somáticas ante la incapacidad de comprender lo vivido”, afirma Imaz, en referencia a las enfermedades psicosomáticas que aparecen más tarde en las personas que han estado en cautiverio.
Ayuda para recuperarse
Al igual que todas las personas que han estado cautivas durante mucho tiempo, las tres mujeres necesitarán tiempo, apoyo y atención individual para hacer frente a las complejas exigencias psicológicas de curación, según los expertos.
Alrededor de la mitad de las víctimas de secuestro experimentan TEPT, o trastorno de estrés post-traumático, y el 30 % pueden padecer de depresión mayor después de su terrible experiencia, según un estudio reciente.
Herbert Nieburg, profesor asistente de derecho y justicia en Mitchell College en New London, Connecticut, quien se especializa en trauma y trastorno de estrés postraumático, declaró a NBCNews: "lo que se puede esperar lógicamente es que ellas tengan problemas de confianza y confusión psicológica ”.
El vínculo enfermizo
Cuando alguien es secuestrado y permanece por varios años en compañía de sus captores, puede desarrollar un lazo afectivo hacia ellos.
Esta situación es conocida como "síndrome de Estocolmo" y es una respuesta emocional que puede manifestar el secuestrado a raíz de la alta vulnerabilidad y extrema indefensión que produce el cautiverio.
No se trata de un padecimiento, sino sólo un desajuste y/o confusión emocional que experimenta la víctima.