La conclusión anterior, publicada en Journal of Neuropsychopharmacology, se basa en los resultados de una investigación para determinar si la delincuencia juvenil se podía asociar con las interacciones entre tres variantes genéticas comunes: MAOA, una enzima clave en el catabolismo de los neurotransmisores cerebrales; BDNF, que modula la plasticidad neuronal o la capacidad de nuestras células cerebrales para reorganizar las rutas y conexiones a lo largo de nuestras vidas; y 5-HTTLPR, el gen transportador de la serotonina, y las experiencias positivas y negativas de los individuos.
En el estudio participaron 1,337 estudiantes de secundaria de entre 17 y 18 años del condado sueco de Västmanland, quienes de manera anónima completaron una serie de cuestionarios acerca de conflictos familiares, delincuencia, experiencias sobre abusos sexuales o la calidad de su relación familiar. Además, proporcionaron una muestra de saliva con la que los científicos extrajeron su ADN.
"Hemos encontrado que las tres variantes genéticas interactuaron entre sí y los factores ambientales como el conflicto familiar o los abusos sexuales aumentaron la probabilidad de la conducta delictiva, mientras que una relación positiva entre padres e hijos disminuiría el riesgo de delincuencia", destacó Sheilagh Hodgins, coautora del estudio.
"Entre los portadores de las variantes de baja actividad de los tres genes, las personas expuestas a un conflicto familiar o abuso sexual o ambos reportaron altos niveles de delincuencia mientras que los que reportaron una relación positiva y cálida con sus padres informaron poco o nada de conducta delictiva”, añadió.
En conclusión, escribieron los autores del estudio, las variantes en los genes MAOA, BDNF y 5-HTTLPR, interactúan uno con el otro y con factores ambientales negativos para aumentar el riesgo de conducta delictiva o con un factor ambiental positivo para disminuir el riesgo. “Estos resultados se suman a los de otros estudios que muestran que los genes afectan el cerebro, y por lo tanto al comportamiento, mediante la alteración de la sensibilidad con el medio ambiente”, estableció Hodgins.
Trastorno de personalidad antisocial
La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos refiere que es una afección de salud mental por la cual una persona tiene un patrón prolongado de manipulación, explotación o violación de los derechos de otros. A menudo el comportamiento es delictivo.
La causa del trastorno de personalidad antisocial se desconoce, pero se cree que factores genéticos y ambientales, como el maltrato infantil, contribuyen a su desarrollo. Las personas con padres antisociales o alcohólicos están en mayor riesgo. Los hombres resultan de lejos muchísimo más afectados que las mujeres.
El trastorno de personalidad antisocial es uno de los trastornos de la personalidad más difíciles de tratar. Las personas con esta afección rara vez buscan tratamiento por su cuenta y pueden iniciar una terapia únicamente cuando los obliga una corte.
Los tratamientos conductuales, como los que recompensan el comportamiento adecuado y tienen consecuencias negativas para la conducta ilegal, pueden ser los más prometedores. También se están explorando ciertas formas de psicoterapia.
A las personalidades antisociales que tienen otros trastornos, como del estado de ánimo o de consumo de sustancias, también se las trata a menudo por estos problemas.
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