El condado de Hamilton, en Ohio, está pasando un mal momento ya que un tribunal quiere declararlo responsable de reiterados casos de necrofilia.
Si bien el municipio sostiene que no tiene por qué hacerse cargo de los actos de sus empleados, la semana pasada el Circuito 6to. de la Cámara de Apelaciones determinó que tanto la morgue como el antiguo forense a cargo, fueron negligentes y descuidados al supervisar al empleado Kenneth Douglas. Ésta es la cuarta vez que la repartición enfrenta acciones legales por el manejo inapropiado de cadáveres.
La macabra historia comenzó cuando Kenneth Douglas (foto abajo), empleado de la morgue del condado de Hamilton, confesó haber tenido sexo con cadáveres conservados en el lugar. El hombre de 60 años trabajó allí entre 1976 y 1992, y declaró que tuvo sexo con más de 100 cadáveres, a menudo bajo los efectos de las drogas o el alcohol. “Me subía encima de ellos y me bajaba los pantalones”, confesó el acusado.
La investigación oficial se inició en 2008, cuando hallaron rastros de semen y ADN de Douglas en el cuerpo de Karen Range, una joven de 19 años muerta en 1992. El hombre confesó haber tenido sexo con ella y fue sentenciado a tres años de prisión. Pero en 2012 se lo encontró culpable de casos idénticos, cuando confesó haberse aprovechado sexualmente de otros dos cadáveres que estaban en la morgue para ser sometidos a autopsias.
Ésta vez, las familias de las víctimas, Charlene Appling y April Hicks, demandaron al condado por los actos. Al Gerhardstein, abogado de los demandantes, declaró que el condado desoyó las señales de advertencia, ya que tenían conocimiento de que su empleado iba a trabajar bajo la influencia del alcohol y las drogas.
La esposa de Douglas presentó una fuerte evidencia, ya que cuando recogía a su esposo a la salida del trabajo notó en varias oportunidades que el hombre olía “a sexo y alcohol”. A raíz de ello se decidió a hacer la denuncia en la oficina del forense, donde le dijeron que debía dirigirse al condado y le pidieron que no volviera a llamar.
El Manual de Diagnóstico y Estadística de Trastornos Mentales (DSM-IV-TR) considera necrofilia a la práctica o fantasías sexuales que involucren cadáveres, durante un período superior a seis meses.
En un artículo publicado en la revista de la Academia Americana de Psiquiatría, los doctores Jonathan Rosman y Phillip Resnick explican que hay tres tipos de necrofilia: la homicida, donde el asesino mata para poder disponer de un cuerpo con quien satisfacer sus deseos sexuales, la regular, en la cual la persona recurre a un cuerpo muerto por causas que le son ajenas, y la fantasía, donde la persona piensa en tener sexo con una persona muerta pero no lo concreta.
Tras analizar 122 casos de necrofilia, 88 del mundo literario y 34 de casos publicados, los expertos llegaron a la conclusión de que la psicosis, el retardo mental o el sadismo no son disparadores de necrofilia. El motivo mas común que la dispara es la posesión de un compañero sexual que no muestre rechazo ni resistencia, y quienes la padecen suelen elegir trabajos u ocupaciones que los pongan en contacto con cadáveres, aunque alguna vez ellos mismos cometen algún crimen.
Según explica en un artículo publicado en Psychology Today la psicóloga Katherine Ramsland, hay personas que declaran haber sido violadas en la infancia que sólo pueden acercarse a la sexualidad con un cuerpo que no reaccione. Quienes padecen necrofilia deben recibir un tratamiento psicológico similar al que se utiliza en la mayoría de las parafilias: terapia cognitiva, uso de medicación para disminuir el deseo sexual y ayuda para mejorar sus relaciones sexuales y sociales.
En EE.UU. el abuso de cadáveres es considerado un crimen, aunque algunos estados aplican penas más rigurosas que otros.