Para muchos ciudadanos blancos sin un título universitario, la vida en América se ha ido trasnformando, en pocas décadas, de una sociedad que ofrecía muchas oportunidades económicas a un callejón sin salida socioeconómica.
Eso es lo que termina de explicar aquella investigación de los economistas de la Universidad de Princeton, Anne Case y el ganador del Premio Nobel Angus Deaton, quienes en 2015 acapararon la atención de todos los medios cuando presentaron su conclusión de que la tasa de mortalidad de los estadounidenses blancos de mediana edad aumentó considerablemente desde 1999, y se ubica por encima de sus pares de otras razas y de otros países desarrollados.
Ahora, los investigadores dicen que tienen una mejor comprensión de lo que está causando estas "muertes por desesperanza" a través del suicidio, las drogas y el alcohol.
Cuál es la causa del fenómeno
En un seguimiento de su innovador trabajo de dos años atrás, ellos dicen que la falta de empleo estable y bien remunerado para los adultos blancos sin títulos universitarios ha provocado que el dolor, la angustia y la disfunción social aumenten con el tiempo. La tasa de mortalidad para ese grupo, de 45 a 54 años, aumentó en un medio por ciento cada año entre 1999 y 2013.
En cambio, las personas blancas de mediana edad con títulos universitarios no han sufrido la misma falta de oportunidades económicas y no experimentan la pérdida de esperanza en la vida, según el último estudio de Case y Deaton, recién publicado en Brookings Papers on Economic Activity.
Entre los adultos que no han alcanzado una preparación profesional, el mundo laboral se ha endurecido. Ya no existen esos días de un mercado de trabajo saludable para los graduados de secundaria, quienes gozaban de lazos sociales fuertes a través del matrimonio, la religión y la crianza de los hijos. Todo eso también ha cambiado.
Actualmente, las personas blancas menos preparadas a nivel educativo, enfrentan una demanda tibia de trabajo y sus salarios se han estancado. Para colmo, la crisis del consumo de opioides agrega "combustible a las llamas", escriben Case y Deaton.
Un flagelo en todo el país
El repunte en las tasas de mortalidad comenzó en el suroeste, pero ahora se ha extendido por todo el país, y no hay una zona que esté exenta.
“Nos gusta hacer la comparación entre Nevada y Utah para ver en qué medida las buenas conductas de salud conducen a una vida más larga. Dos tercios de los habitantes de Utah son mormones: no beben, no fuman y no toman té o café. Por otro lado, dos tercios de los ciudadanos de Nevada viven en el paraíso de Las Vegas, donde hay un poco más de todo, y las tasas de mortalidad debido a enfermedades del corazón son dos veces más altas allí que en Utah” dijo Case en una entrevista con NPR.
Pero ambos estados están entre los top 10 de las muertes por desesperanza. Utah está lidiando con la crisis de opioides, y las tasas de suicidios están subiendo también allí.
Si bien los bajos salarios y las limitadas oportunidades de empleo son factores cruciales, los autores subrayan que las causas fundamentales del aumento de las tasas de mortalidad de los adultos blancos no profesionales son la globalización y la automatización. Algunos investigadores encuentran que la tecnología que reemplaza a la mano de obra humana ya ha anulado muchos tipos de trabajo que tradicionalmente este grupo realizaba.
¿Qué tan fuertemente han cambiado las vidas de los estadounidenses blancos con estudios secundarios solamente? En 1999, este grupo demográfico tenía tasas de mortalidad que eran aproximadamente un 30% más bajas que las de los afroamericanos. Pero para 2015, su tasa de mortalidad había eclipsado a la de éstos en un 30%, según Case y Deaton. Ellos culpan al aumento en las tasas de mortalidad a la intoxicación por alcohol y drogas, suicidio (por desesperanza), enfermedad hepática alcohólica y cirrosis.
En cuanto a los hispanos, siempre han tenido tasas de mortalidad más bajas que los blancos. Y siempre las tasas de mortalidad eran más altas y la esperanza de vida más corta para los afroamericanos que para los blancos. Lo que está sucediendo ahora es que la brecha se está cerrando entre los diferentes grupos étnicos y para algunos, está realmente invertida, dijeron los autores.
Entonces la gente, por falta de oportunidades, ya sea rápidamente con una pistola o lentamente con drogas y alcohol, se está matando, señalaron Case y Deaton.
"La falta de esperanza que hay en ese sector de la población afecta a todos los aspectos de la vida, como el matrimonio, la salud en la infancia, la crianza de los hijos y la religión" agregaron. Las tasas de casamiento entre los graduados de secundaria se han derrumbado, dejando a la institución como algo que sólo disfrutan aquéllos con títulos universitarios, según Pew Research Center.
El flagelo de los opioides empeoró las cosas, dijeron los autores. "Si nuestra cuenta general es correcta, la epidemia no será fácil o rápidamente revertida, ni se puede esperar que los adultos blancos que ahora están en la mediana edad, lleguen tan bien a los 65 años como los ancianos actuales" concluyeron.