Primeramente, debes saber que una cataplasma es un remedio de hierbas medicinales que se coloca sobre la piel. Al dejarse actuar durante un tiempo, la piel absorbe las propiedades curativas de la hierba, favoreciendo el alivio de diferentes dolencias. Entre sus propiedades destaca su acción calmante y anti inflamatoria.
La terapia con cataplasmas se han utilizado por muchas culturas a lo largo de la historia. En el Antiguo Egipto y en China se utilizaba para movilizar la sangre y la energía del cuerpo, activar el drenaje linfático y evitar la concentración de fluidos. Se cree que ayudan a liberar el estrés, combatir dolores cervicales, de espalda, los del nervio ciático y musculares en general.
A continuación te enlistamos el paso a paso para preparar una cataplasma:
1. Informarte sobre las propiedades y contraindicaciones de la hierba que vas a usar. Puedes usar hojas frescas o secas, raíces, semillas o cortezas. La cantidad dependerá de la zona en la que colocarás la cataplasma.
2. En un mortero, coloca la hierba, fresca o seca. Machácala perfectamente y añade poco a poco agua, de preferencia caliente. Debes obtener una pasta homogénea espesa y húmeda, no acuosa. Moler o aplastar la hierba ayudará a liberar los fitoquímicos medicinales de la hierba.
3. Una vez lista la pasta extiéndela en el centro de una gasa, un trozo de muselina o un paño húmedo del tamaño del área que necesitas tratar, dobla los extremos.
4. Antes de poner una cataplasma limpia o lava la zona en la que aplicarás. Coloca y deja actuar. El tiempo dependerá de las características de la hierba que uses y la condición que estés tratando.
Aunque los efectos secundarios son poco frecuentes, es importante que el uso de las plantas medicinales se realice con precaución, toda vez que pueden tener un ligero grado de toxicidad. Es muy importante que la manejes de forma correcta, respetes la forma de preparación y la dosis.
También te puede interesar: