La mirada positiva alarga la vida. Esa es la conclusión de un estudio que analizó el optimismo —la expectativa general de que ocurrirán cosas buenas— en un grupo de hombres y mujeres.
Las mujeres que son optimistas tienen un 50% más de probabilidades de vivir al menos hasta los 85 años, mientras que los hombres optimistas tienen un 70% más de probabilidades de tener vidas más largas, explicó Lewina Lee, investigadora principal y profesora de psiquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston, en donde se realizó el trabajo.
Esta nueva investigación de alguna manera completa el círculo de otros trabajos, que ya habían concluido que las personas optimistas tenían menos riesgo de desarrollar condiciones médicas crónicas —lo que de por sí prolonga la vida— y de muerte prematura.
Al parecer, el optimismo es un 25% hereditario, lo traemos en los genes gracias a mamá o a papá. Sin embargo, expertos aseguran que también es una característica que se puede agregar a la personalidad, a través de ejercicios mentales. Por ejemplo, imaginando un futuro en el cual vemos que hemos logrado nuestras metas soñadas.
Para llegar a la conclusión de que el optimismo es clave para la vida sana y larga, los investigadores de Boston analizaron a 70.000 mujeres por una década, y a 1.700 hombres a lo largo de 30 años.
Aunque queda mucho por descubrir sobre los misterios del optimismo, una cosa es clara: poseerlo como un rasgo de personalidad no es la única razón por la cual podemos llegar a vivir más.
El acceso a la atención de salud juega un papel clave para que la longevidad sea una realidad. Un estudio del Centro de Excelencia en Investigación Clínica de la Universidad de Stanford lo confirma analizando el resultado opuesto: no recibir cuidado de salud contribuye a la muerte prematura.
Si los optimistas —¡y, por favor, pesimistas sigan leyendo esta historia¡— reciben sus vacunas, se realizan sus pruebas preventivas y tienen un plan de salud que los acerque a la atención médica cada vez que la necesitan, las chances de agregar años de vida con calidad se multiplican.
Son muchas las razones por las cuales tener un seguro médico ayuda a todos. Las siguientes son al menos seis de peso por las que debes tener cobertura médica:
1) Cuentas astronómicas. Un seguro de salud puede ser costoso, pero no tenerlo puede costar mucho más. Un accidente, una fractura, el diagnóstico de una condición cardíaca, colesterol alto, hipertensión, una erupción en la piel, una crisis asmática, la caída de tu niño andando en bicicleta, pueden desencadenar visitas inesperadas al doctor y una catarata de cuentas médicas difíciles de pagar.
2) Ayuda para pagar. Tu seguro de salud paga por tus gastos médicos preventivos, y por otros gastos médicos en general cuando ya alcanzaste el límite de tu deducible (lo que debes desembolsar de tu propio bolsillo antes que la aseguradora comience a pagar).
3) Prevención familiar. Cuando todos los miembros de la familia tienen seguro médico, tienden a recibir más atención preventiva, hacerse los chequeos anuales, recibir las vacunas obligatorias y las de la gripe. Si se tiene una situación o emergencia médica y no se tiene seguro de salud, seguramente la persona termine en una sala de emergencia, lo que es mucho más costoso, ya sea para su propio bolsillo si tiene capacidad de pagar esa cuenta, o para el hospital si tiene que absorber ese gasto.
4) Cuidado gratuito. Cuando tienes seguro de salud, por ley puedes tener vacunas y chequeos preventivos sin costo, incluso antes que alcances tu deducible.
5) Pertenecer a una red. Al tener seguro, pagas menos cuando recibes atención de proveedores de salud que forman parte de tu plan médico, incluso antes que alcances tu deducible.
6) Beneficio colectivo. Cuando una persona paga un seguro de salud, el dinero de las primas va a una especie de fondo común que la aseguradora utiliza para pagar por los gastos médicos de sus miembros. Una persona saludable gasta menos y, obviamente, una persona con condiciones médicas, más. Ese balance, que varía constantemente porque alguien sano puede enfermarse, ayuda a que las primas (los pagos mensuales) no aumenten, además de contribuir a la salud y el bienestar común.