Con la dificultad que existe en los Estados Unidos, y a nivel mundial, para acceder a servicios de salud mental, las aplicaciones de celulares que se enfocan en esta población están surgiendo como una alternativa para "acompañar" al paciente y "asistirlo" en sus terapias de recuperación.
Pero, ¿son eficaces y confiables?
El Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos (NIMH) y el Servicio Nacional de Salud Mental del Reino Unido avalan su uso, pero con precauciones.
Lo primero que estas instituciones aclaran es que nada puede reemplazar a una cita en persona con un terapeuta. Y menos, por supuesto, a un medicamento. Pero sí reconocen que estas apps pueden ayudar a un paciente con ciertos tratamientos terapéuticos porque, según indica un estudio de 2018:
- Los usuarios tienen el hábito de usar el celular (especialmente los más jóvenes)
- No tienen que hacer un esfuerzo para acceder a una app de salud mental
- El uso del celular y de las apps está motivado por el placer, las personas utilizan su celular mucho más que otras plataformas
Las apps de salud mental abarcan un amplio rango de desórdenes y varían según su diseño y funcionalidad. El NIMH las divide en seis categorías: las que ayudan a que el mismo paciente maneje su condición, las que ayudan a mejorarla, las que entrenan en habilidades para abordarla, las que registran los síntomas, y las que recolectan información.
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El mismo estudio apunta que, "aunque la evidencia apoya el uso de aplicaciones basadas en teléfonos inteligentes como un vehículo para la administración de tratamientos de salud mental, sigue existiendo un debate sobre si estas aplicaciones han demostrado una alta eficacia".
Y agrega que parte del problema es que la mayoría de las apps de salud mental no se crearon con base en evidencia científica. Para observar la eficacia, los investigadores analizaron, durante 12 meses, apps para tres trastornos psicológicos con altas tasas de prevalencia global: depresión, ansiedad y esquizofrenia.
La conclusión fue que esta tecnología tiene potencial, considerando la escasez de psiquiatras y psicólogos, y especialmente en zonas rurales y alejadas, en donde el acceso a servicios se dificulta aún más.
Sin embargo, para que se puedan utilizar con plena confianza y alcancen su potencial, la tecnología debe combinarse con ciencia, regulaciones sobre su uso y diseños fáciles de usar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que una de cada 4 personas enfrentará al menos una dificultad de salud mental a lo largo de su vida. Y a nivel global, unas 450 millones de personas padecen de trastornos mentales que llegan a ser discapacitantes.
En los Estados Unidos, el estudio SOL (Study of Latinos) comprobó que el 27% de los hispanos son depresivos, pero muy pocos reciben tratamiento.