El racismo se define como el prejuicio, discriminación o antagonismo dirigido contra alguien de una raza diferente, basado en la creencia de que la propia raza es superior.
No solo puede manifestarse con una frase hiriente que haga referencia a la raza o etnia, o con una agresión física. Puede esconderse tras ironías, chistes de mal gusto o simplemente ignorar al otro de forma tal que quede fuera un círculo de amigos, compañeros de clase o de trabajo.
El racismo impacta de manera negativa en todas las personas, pero especialmente en las que lo sufren directamente. Puede afectar el cuerpo y el alma: provoca dolores estomacales, dispara condiciones crónicas, así como también baja autoestima, ansiedad y depresión.
¿Qué hacer si tu hijo es la víctima?
Ser víctima de racismo es una forma de sufrir acoso escolar (bullying), con la diferencia de que el componente de agresión que domina es racial o étnico.
Según explica la terapeuta Dana Iyer en un artículo publicado en Psychology Today, los síntomas de que el menor está sufriendo racismo a los que hay que estar alerta son:
- No querer ir a la escuela
- Quejas de síntomas físicos, como dolores de estómago, de cabeza, sin una causa médica real para evitar ir a la escuela, que no se manifiestan si el niño se queda en casa.
- Síntomas psicológicos de depresión, ansiedad, nerviosismo, llanto, pesadillas.
- Señales de baja autoestima, por ejemplo que diga que no es bueno para nada.
- Hablar negativamente de su origen étnico/racial, despreciar a otros de la misma etnia, expresar el deseo de ser de una etnia diferente, por ejemplo comentarios como que quisiera tener piel más clara.
- Sentirse avergonzado de participar en actividades culturales o que llaman la atención sobre el origen étnico.
- No querer participar en actividades después de la escuela con compañeros.
- Tener miedo de caminar a la escuela
- Cambiar los hábitos alimentarios
- Bajar el desempeño académico
- Volver a casa con moretones inexplicables
- Tiene miedo de decir que hizo algo mal
Los padres tienen un rol crítico para que el niño o joven supere la situación de racismo.
El primer paso es no ignorar el problema, no se trata de algo menor, o que "va a pasar".
Especialmente los años de la pubertad y la adolescencia son en los que el joven moldea su personalidad, consolida sus valores y también su identificación con su raza/etnia.
Desafortunadamente, las interacciones sociales con connotaciones raciales son comunes entre los menores, especialmente los adolescentes.
Por eso, hay que hablar sobre el racismo, qué es, por qué ocurre, la importancia de la diversidad. Conversar sobre la historia de este sentimiento que en algunos casos es epidémico, y para el cual todavía no tenemos ninguna vacuna.
Especialmente con algunas comunidades inmigrantes, los choques culturales pueden ser más frecuentes porque hablar sobre el tema no es algo natural.
Pero hay que superar esa barrera de silencio, porque si no, el niño o adolescente la reproducirá en el ámbito escolar.
Básicamente hay dos formas de racismo:
Racismo institucional. Ocurre cuando una institución pública o privada —una escuela, un medio de comunicación, un gobierno local— discrimina por raza generando inequidad por ejemplo en el acceso a la salud, educación u oportunidades de empleo.
Racismo individual. Ocurre cuando el racismo está internalizado en una persona. En muchos casos, se presenta como parte de una cultura familiar, pero en otros pueden ser individuos que aisladamente comienzan a adquirir conductas racistas y de odio, más allá de su entorno familiar.
No ignores el racismo
Si sabes que hay personas que estén siendo víctimas de racismo en la escuela de tus hijos, o en tu vecindario, organízate y obtén apoyo para detenerlo, incluso si no es tu hijo la víctima. No ignores el racismo si lo ves. No desaparece si cierra los ojos y miras para otro lado.