Es sentir la necesidad de acostarse... apenas uno se levanta a la mañana. Durante el día, cada paso pesa, y la idea de tener que pensar en algo más simplemente se convierte en un drama de telenovela. La casa, el trabajo, la familia, los hijos, los padres, los nuevos proyectos, los sueños por cumplir, las lecturas pendientes, los gastos que superan el presupuesto. La vida.
La crisis se conoce como agotamiento mental y es mucho más que un cansancio pasajero. Es la mente y el cuerpo al borde del abismo. Un cuadro clínico con síntomas y consecuencias que hay que diagnosticar, tratar y superar.
La productividad tiene un valor tan alto en la sociedad moderna, que es muy fácil que una persona se sobrecargue, no solo por las necesidades que pueden ser económicas, sino simplemente por la presión de "hacer más".
El resultado de esta presión es un conjunto de síntomas, de los cuales los más comunes son:
- Trastornos del sueño o insomnio
- Malestar corporal y dolores musculares
- Dolor de cabeza y mareos frecuentes
- Problemas gastrointestinales
- Presión alta
- Palpitaciones
- Depresión
- Ansiedad
- Sensación de falta de motivación, cinismo creciente
- Mayor irritabilidad
- Sentimiento de que toda situación es insuperable
Expertos relacionan este cuadro con el estrés que, en la mayoría de los casos, es difícil de controlar y desencadena todas las alertas físicas y mentales. Por eso, atacar al estrés es uno de los caminos para ponerle un punto final al agotamiento mental. Algunos pasos son:
Organizar momentos para relajarse. Que pueden ser a lo largo del día. Una actividad distinta, ejercicio o una simple caminata pueden cambiar el curso del estrés. Incluso escuchar música puede ayudar.
Mejorar los hábitos de sueño. Dormir mal puede disparar no solo agotamiento mental, sino también otras afecciones de cuidado. Expertos aseguran que mantener el mismo horario cada noche, no llevar dispositivos electrónicos a la cama, y hasta mover la cama de lugar puede ayudar a conciliar el sueño.
Hablar con un profesional. No hay nada de malo en que una "oreja entrenada" escuche y entienda. Y también proponga soluciones posibles de cumplir. Los amigos, la familia, pueden intentar ayudar, pero desafortunadamente no siempre son las personas adecuadas para escuchar ciertos conflictos.
Esta historia se produjo utilizando contenido de estudios o informes originales, y de otras investigaciones médicas y fuentes de salud, y salud pública, destacadas en enlaces relacionados a lo largo del artículo.