Los hallazgos publicados en la revista British Medical Journal apuntan a que los hijos de padres divorciados eran 54% más propensos a tener sobrepeso u obesidad y 89% más probabilidades de tener obesidad abdominal, en comparación con los niños cuyos padres aún estaban casados o vivían juntos. La tendencia fue más alta entre los niños que en las niñas, según el informe.
Para llegar a dicha conclusión, los investigadores analizaron los datos de 3,166 alumnos con una edad promedio de 8 años que asistían a 127 escuelas de toda Noruega y que formaban parte del Estudio Nacional de Crecimiento Infantil 2010. A los participantes se les midió la circunferencia de la cintura, el peso y estatura para evaluar la incidencia de sobrepeso y obesidad. La información se comparó con el estado civil de los padres (casado, nunca casado, cohabitando, solteros, separados o divorciados).
Los resultados mostraron que el 18% de los niños con padres casados tenían sobrepeso u obesidad en comparación con el 28% de aquellos cuyos padres se divorciaron. Cuando analizaron el grupo de los hijos de padres divorciados en función del sexo, los investigadores observaron que las diferencias eran mayores en los niños que en las niñas. Los niños eran 63% más propensos a tener sobrepeso y 104% más probabilidades de ser obesos, mientras que la diferencia fue mucho menos significativa entre las niñas.
La Dr. Anna Biehl, autora principal de la investigación sugirió que una de las consecuencia de un divorcio podría ser tener menos tiempo para tareas domésticas como cocinar y depender de alimentos listos para consumir o altamente procesados que tienden a tener un mayor volumen de grasa y bajo valor nutricional.
"Otros mecanismos que afectan el peso de los niños tras el divorcio podrían estar relacionados con el estrés emocional", añadió la especialista.
Obesidad en niños
Cuando los niños comen más alimento de lo que su cuerpo necesita para la actividad y el crecimiento normales, las calorías adicionales se almacenan en los adipocitos para su uso posterior. Si este patrón continúa con el tiempo, ellos desarrollan más adipocitos y pueden presentar obesidad, de acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Los niños están rodeados de muchas cosas que los llevan fácilmente a comer en exceso y difícilmente a estar activos. Los alimentos que son ricos en contenido de grasa y azúcar a menudo vienen en tamaños de porciones grandes. Estos factores pueden llevar a los niños a ingerir más calorías de las que necesitan antes de que se sientan llenos. Los comerciales de televisión y otros anuncios en pantallas pueden conducir a la elección de alimentos poco saludables. La mayoría de las veces, los alimentos en anuncios dirigidos a los niños es rica en azúcar, sal o grasas.
Las actividades que implican "tiempo frente a una pantalla" como ver televisión, juegos, mensajes de texto y jugar en la computadora requieren muy poca energía. A menudo toman el lugar de la actividad física saludable.
Otros factores en el ambiente del niño también pueden conducir a la obesidad. La familia, los amigos y el entorno escolar ayudan a moldear la dieta y las opciones de ejercicio del niño. El alimento puede utilizarse como una recompensa o para consolar a un niño. Estos hábitos aprendidos pueden conducir a comer en exceso.
El divorcio en EE.UU.
Casi la mitad de los matrimonios en los Estados Unidos terminan en un divorcio. La Oficina de Censos de Estados Unidos documenta que 41% de los primeros matrimonios terminan en divorcio; 60% de los segundos casamientos también pasan a la historia, y 73% de los terceros matrimonios de una misma persona, también acaban en una separación.
Mientras que las tasas de divorcio se han estabilizado en otras edades, e incluso han bajado, la tasa entre las personas mayores de 50 años se ha duplicado desde 1990, de acuerdo con los datos del Bowling Green State University, en Ohio. Eso es especialmente importante porque la mitad de la población casada es mayor de 50 años.
Hace medio siglo, sólo el 2,8 % de los estadounidenses mayores de 50 años estaban divorciados. En 2000, la cifra era del 11,8 %. Y en 2011, según la Encuesta de la Oficina del Censo de la Comunidad Americana, el 15,4 % estaban divorciados y otro 2,1 % estaban separados.
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