Detrás de esta expresión “es flojo, no le gusta estudiar” hay un mundo para investigar y explorar, quienes trabajan con niños y adolescentes saben esto.
En el fondo el bajo rendimiento escolar está relacionado a tres elementos: factores propios del niño, el sistema educativo y su ambiente, y por último aspectos familiares y sociales.
Entre los factores que se deben evaluar en el niño, están los elementos cognitivos como: la atención, la memoria, las funciones ejecutivas, las habilidades lingüísticas y matemáticas, la motricidad fina y gruesa.
Nivel de desempeño
Del nivel de desempeño en estas áreas, depende en parte el rendimiento y la percepción de autoeficacia en el niño. La reacción de los padres, profesores y compañeros a estas dificultades son fundamentales para favorecer o limitar la autoestima de los niños y su motivación para el aprendizaje y el cambio.
Bajo rendimiento
Los aspectos emocionales son importantes cuando evaluamos por que un niño tiene bajo rendimiento. Del autoconcepto y la autoestima, emerge la percepción de lo eficaz que se es para aprender y enfrentar las dificultades emocionales y de tipo académico (la autoeficacia) y de esto se deriva la motivación al logro, la actitud hacia el estudio y que tan dispuesto está el niño para tomar la iniciativa y perseverar ante las dificultades en el aprendizaje.
EL ambiente familiar es fundamental
Un ambiente familiar hostil en casa en tiempos de pandemia, hipercrítico, que desvalorice la diversidad y no respete los tiempos y habilidades de aprendizaje del niño, que no estimule la tolerancia y la cooperación, difícilmente podrá ayudar a los niños con dificultades académicas y probablemente forme parte de los factores que lo refuercen.
Los padres y cuidadores tienen y pueden hacer mucho. Enseñar con el ejemplo: perseverar en la búsqueda de soluciones ante las dificultades, disfrutar el proceso de aprendizaje, comunicar y buscar ayuda como estrategia para resolver los problemas, manejar la frustración.
De este modelaje el niño aprende. Lo que uno como padre se dice así mismo o le dice al niño, es la manera como se programa sus ideas, creencias y autoconceptos.
¿Qué crees que pensará tu hijo si te dices a ti mismo? ¡Yo no puedo aprender esto, soy bruto! o “tú eres un flojo no te gusta estudiar, así no vas a progresar”. Cuida tus palabras, en cambio la frase “Vas a llegar muy lejos” podría ser alentador.