Peter Uribe dejó Chile a los 21 años con su esposa y su hija de 2, aterrizó en Baltimore y encontró un trabajo estable en la construcción. Su vida social giraba alrededor del fútbol, deporte que practicaba "seis o siete noches a la semana en distintos torneos", contó.
Un par de años después de su llegada, se rompió el pie durante un partido y, temeroso de lo que le podía costar un tratamiento, no buscó atención médica. "Algunos en mi familia me advirtieron que si iba al hospital y no podía pagar la factura, tendría un historial de crédito malo", recuerda Uribe, de 41 años, que ganaba cerca de $300 por semana y no tenía seguro médico.
"Algún día quería comprar un auto o una casa". En vez de eso, cojeó durante las horas de trabajo y dejó de jugar al fútbol por tres años. Dos décadas después, el dolor que siente todavía lo paraliza.
Por razones económicas y culturales, los hispanos no quieren interactuar con el sistema de salud. Las mujeres de todas las razas tienden a buscar atención médica más que los hombres. Pero la brecha de género en la comunidad hispana es especialmente preocupante para los proveedores de atención médica. Estudios muestran que los hombres latinos son mucho menos propensos que las latinas a recibir tratamiento.
Y esto es una verdad, aun cuando los hispanos son más propensos que los blancos no hispanos a ser obesos, tener diabetes o hipertensión. Aquellos que toman tienden a beber mucho, contribuyendo a mayores tasas de cirrosis alcohólica y muertes por enfermedad hepática crónica. Muchos tienen empleos de riesgo, como los obreros de la construcción y los jornaleros, y tienden a morir más a causa de lesiones en el trabajo que otros trabajadores, según datos del gobierno.
Los hispanos pasarán a ser un cuarto del total de la población para 2045. A medida que este número crece, los investigadores temen que el país enfrente consecuencias costosas ya que las condiciones médicas que son ignoradas llevan a enfermedades más graves y a discapacidad. "Podría literalmente quebrar el sistema de atención de salud", dijo José Arévalo, presidente de la Junta de Médicos Latinos de California, que representa a médicos hispanos y a otros que atienden a latinos.
Y ahora, algunos médicos también temen los efectos de la represión del presidente Donald Trump contra los inmigrantes ilegales. "Cuando la comunidad se enfrenta a este tipo de estrés, me preocupa que la gente haga cosas poco saludables, como abusar del alcohol, para enfrentar el problema", dijo Kathleen Page, co-directora del Centro SOL, un centro de salud en el Johns Hopkins Bayview Medical Center, y fundadora del Latino HIV Outreach Program de la ciudad. "Eso significa que pueden no trabajar tanto", agregó. Por lo que "tendrán menos dinero, lo que significa que es menos probable que busquen atención".
Algunos proveedores de atención dicen que las instituciones médicas no han hecho lo suficiente para mantener a los hombres hispanos sanos, o para persuadirlos de hacerse exámenes regulares. "Hay una necesidad continua de que las instituciones se adapten más culturalmente y sean más conscientes de los prejuicios", dijo Elena Ríos, presidenta de la National Hispanic Medical Association, que representa a los 50,000 médicos latinos de la nación.
Los hispanos viven más, pero sufren más
Hay algunas diferencias significativas en el riesgo de salud y las tasas de enfermedad entre los subgrupos hispanos. Por ejemplo, los puertorriqueños son más propensos a ser fumadores. En comparación con los hispanos nacidos en los Estados Unidos, los nacidos en otros lugares tienen tasas mucho más bajas de cáncer, enfermedades del corazón y presión arterial alta.
En general, los hispanos viven más que los blancos no hispanos. Pero estas ventajas pueden disiparse a medida que los latinos se “americanizan” y adoptan hábitos no saludables como el tabaquismo y dietas ricas en alimentos grasos y procesados. "Le digo a la gente que vivimos más tiempo y sufrimos más", dijo Jane Delgado, psicóloga clínica cubanoamericana, quien es presidenta de la National Alliance for Hispanic Health.
La triste historia de José Cedillo
Años después de que José Cedillo llegara a Baltimore desde Honduras, el cocinero de 41 años notó que sus piernas se entumecían y le dolían con frecuencia. Preocupado por el dinero, evitó el tratamiento y siguió trabajando, hasta que finalmente fue a una clínica, en donde le diagnosticaron diabetes.
En los siete años que han pasado desde entonces, su salud se ha deteriorado tanto que no puede trabajar, con frecuencia no tiene un techo en donde dormir y pasa largos períodos en el hospital.
Como inmigrante que llegó a los Estados Unidos sin papeles, no es elegible para cobertura pagada por el gobierno o para recibir dinero por discapacidad. Y no puede pagar los medicamentos.
Otra parte del problema es que los hispanohablantes están subrepresentados entre los profesionales médicos. Después de llegar aquí, a los miembros de la familia de Uribe los acompañaba un sobrino o sobrina que hablaba inglés cuando podían permitirse el acceso a médicos. De lo contrario, "íbamos lejos para encontrar un médico que hablaba español", dijo.
Solo 5% de los médicos son hispanos
Aunque los latinos representan casi el 20% de la población, sólo el 7% de las enfermeras registradas y el 5% de los médicos son hispanos. La brecha se ha ampliado a medida que más hispanos han llegado a este país durante las últimas tres décadas, según un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles publicado en 2015.
"Usualmente, la gente no entiende lo que usted está diciendo, no sabe lo que usted va a cobrar, qué restricciones dietéticas les estamos aconsejando", explicó James Page, vice presidente para diversidad en Johns Hopkins Medicine.
"Esto crea un problema de confianza para los hispanos. Tenemos que mejorar la forma de atenderlos". Esto es particularmente cierto en la salud mental. Sólo el 1% de los psicólogos en los Estados Unidos son hispanos, lo que significa que los hombres de habla hispana que buscan terapia probablemente tendrán que esforzarse para encontrarla en su lengua materna.
Para Peter Uribe, la clave para mantener la salud de su familia es conseguir ayuda para pagar la atención médica. En 2015, obtuvo seguro para su familia a través de un programa de caridad.