Desde hace años diferentes colectivos y movimientos sociales buscan evidenciar y denunciar el peligro que significa la masculinidad hegemónica o machismo. Esta es una actitud o forma de pensar que se caracteriza por justificar la superioridad por naturaleza, del hombre sobre la mujer. Esto no solo generaría desigualdad y discriminación, sino diferentes tipos de violencia, incluidos los asesinatos.
Recientemente, un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), señaló que esto también repercutiría en la vida de los hombres, revelando que, en las Américas, estos viven casi 6 años menos que las mujeres. ¿El motivo? Las expectativas sociales de los hombres para ser proveedores de sus familias, participar en conductas de riesgo, ser sexualmente dominantes y evitar discutir sus emociones o buscar ayuda (comportamientos comúnmente conocidos como "masculinidad tóxica"), contribuirían a tasas más altas de adicciones, accidentes de tránsito, enfermedades no transmisibles, homicidios y suicidios.
El resumen ejecutivo del informe "Masculinidades y salud en la Región de las Américas", lanzado en vísperas del Día Internacional del Hombre (19 de noviembre), propone nueve recomendaciones para mejorar esta situación.
"No debemos perder de vista que las mujeres tienen riesgos diferenciales asociados con su condición", dijo Anna Coates, jefa de la oficina de Equidad, Género y Diversidad Cultural de la OPS. Sin embargo, agregó que la "socialización de los hombres también conduce a una amplia gama de problemas de salud que solo pueden abordarse a través de políticas, programas y servicios de salud receptivos que se centren en sus necesidades particulares".
El informe destaca que uno de cada cinco hombres muere antes de los 50 años y que muchas de las principales causas de mortalidad en las Américas, incluidas las enfermedades cardíacas, la violencia interpersonal y los siniestros viales, están directamente relacionados con comportamientos "machistas".
Según el informe de la OPS, los roles, normas y prácticas de género impuestos socialmente a los hombres refuerzan la falta de autocuidado y el abandono de su propia salud física y mental. Según los especialistas, el machismo conlleva tres riesgos generales:
- Riesgo para mujeres y niños, en forma de violencia, infecciones de transmisión sexual y falta de responsabilidad compartida en el hogar.
- Riesgo para otros hombres, en forma de accidentes, homicidios y otro tipo de violencias.
- Riesgo para uno mismo, en forma de suicidio, accidentes, alcoholismo y otras adicciones.
El informe también destaca que la discriminación en torno a la edad, el origen étnico, la pobreza, el estado laboral y la sexualidad agravan aún más estos resultados negativos para la salud de los hombres.
Graves consecuencias
La Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, mejor conocida como ONU Mujeres, advirtió que el 35 % de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de un compañero sentimental o violencia sexual por parte de otra persona distinta a este (estas cifras no incluyen el acoso sexual).
Durante el años 2017, se estima que de las 87 000 mujeres que fueron asesinadas globalmente, en más de la mitad (50 000) los responsables fueron sus parejas o miembros familiares. El País informa que ese mismo año en México 3 430 mujeres murieron asesinadas (9 por día), pero de esos casos, solo 760 fueron investigados como femicidio (acto de violencia extrema contra las mujeres por el hecho de ser mujeres).
En Colombia, durante ese mismo año se registraron 1 002 asesinatos (aproximadamente 3 al día) pero solo 144 se consideraron como violencia de género, pues el agresor había sido su pareja o expareja. En Argentina una mujer es asesinada en promedio cada 30 horas, y a pesar de la creciente movilización y demanda social, la cifra no disminuye.
En América, los países que concentran los índices más altos de violencia machista se encuentran en la región central. El Salvador figura con la mayor tasa de feminicidios por cada 100 000 habitantes, 10,2, seguido por Honduras, 5,8, Guatemala y Nicaragua.
Según informó la OPS, las diferencias en la mortalidad masculina y femenina en las Américas comienzan a surgir alrededor de los 10 años, y aumentan rápidamente a partir de los 15 cuando predominan entre los hombres las causas violentas de muerte, como homicidios, accidentes y suicidios. Como resultado, la tasa de mortalidad de los hombres jóvenes es aproximadamente 4 a 7 veces mayor que la de las mujeres jóvenes.
Aunque en algunas de las principales causas de muerte, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la diabetes o las infecciones de las vías respiratorias inferiores, las estadísticas son similares entre hombres y mujeres, tres de las principales causas muestran variaciones significativas: homicidios (7: 1 relación hombre / mujer, es decir, matan a siete hombres por cada mujer asesinada), lesiones en la carretera (3: 1), y cirrosis del hígado causada por el alcohol, que es dos veces más alta entre los hombres.
A esto se suma una menor probabilidad por parte de los hombres de cuidarse por sí mismos o buscar atención médica temprana. A pesar de que nacen más niños que niñas en el mundo, esta cifra se invierte a partir de los 30 y 40 años, y ya para los 80 la diferencia es de 190 mujeres cada 100 hombres.
Recomendaciones para mejorar
El informe de la OPS señala que para abordar los problemas relacionados con la socialización masculina y lograr la igualdad de género en la salud, las mujeres y los hombres necesitan acceso a servicios de salud que tengan en cuenta sus necesidades particulares. Estas son sus nueve recomendaciones:
- 1. Mejorar, sistematizar y difundir datos sobre masculinidades y salud.
- 2. Desarrollar políticas públicas y programas de salud para prevenir y abordar los principales problemas que afectan a los hombres a lo largo de la vida.
- 3. Eliminar las barreras que impiden que los niños y los hombres accedan a la atención.
- 4. Desarrollar iniciativas intersectoriales que incorporen la salud en todas las políticas, particularmente en educación.
- 5. Promover prácticas de salud positivas ya existentes en las que los hombres participan.
- 6. Garantizar la participación de todas las comunidades (incluidos hombres, mujeres y comunidades LGBTI+).
- 7. Promover la creación de capacidades sobre género y masculinidades para los trabajadores del sector de la salud.
- 8. Fortalecer los programas de prevención y promoción de la salud dirigidos a niños y jóvenes.
- 9. Garantizar que las instituciones, incluido el sector de la salud, las universidades y la sociedad civil, se centren en prevenir el impacto y los costos de las masculinidades rígidas/ tóxicas.