Desde el miércoles 9 de mayo, las familias de Argentina tendrán una herramienta que contempla cómo ponerle fin a la vida de sus familiares moribundos o en un estado vegetativo permanente.
La ley se aplica tanto a los enfermos terminales como a los pacientes que sufren enfermedades o heridas irreversibles e incurables y establece que “tienen derecho a negarse a operaciones quirúrgicas, hidratación y nutrición, reanimación y sistemas de soporte vital”.
Puntos clave
- Contempla los casos especiales de enfermos terminales.
- Argentina y Colombia son los únicos países de la región con esta ley .
- La iglesia católica se opone.
Se contempla el desafío ético que implica la situación de un paciente que ya no puede hablar y no ha dejado un documento formal en forma anticipada: cuando es así, la ley faculta a los familiares o representantes legales a tomar la decisión en nombre del paciente.
La "eutanasia voluntaria", es decir, con consentimiento del paciente, está permitida en: España, Bélgica, Luxemburgo, Holanda, India, Japón y Suiza. En EE.UU. y bajo el nombre de "suicidio asistido", se permite en tres estados.
Una encuesta realizada en EE.UU. entre 10,000 médicos reveló que el 46% considera que la muerte asistida debería estar permitida en determinados casos y el 41% dice que nunca debería estarlo.
En la región latinoamericana, Colombia era hasta ahora el único que tenía una reglamentación al respecto.
Selva Herbón viene luchando desde hace nueve meses y ha rogado a las autoridades argentinas que sancionen la ley de muerte digna.
Ella es madre de una niña de 3 años que está en estado vegetativo desde que nació. Selva hizo público su caso y comenzó a suplicar por una ley que consideraba necesaria para amparar a los médicos y los familiares de cientos de personas que hay en Argentina en estado de salud irreversible.
La nueva legislación fue ampliamente rechazada por la iglesia católica, dado que considera que no se debe suspender la alimentación o hidratación de los pacientes terminales.
Uno de los conceptos salientes del debate fue el de la senadora Elena Corregido: “La vida es un derecho y no una obligación”, afirmó.
Los puntos fundamentales de la nueva ley de muerte digna son: evitar el encarnizamiento terapéutico; humanizar la medicina, recuperando la deteriorada relación médico-paciente; respetar la autonomía de la voluntad del paciente en las decisiones que tienen que ver con su propia calidad de vida; evitar la judicialización de las decisiones de los pacientes o de sus familiares con relación a tratamientos extraordinarios cuando no sirven para curar, mejorar ni aliviar el dolor y que sólo están destinados a prolongar de manera artificial la agonía y además, se garantiza la falta de responsabilidad médica.
En el último año, se conocieron en Argentina varios casos que tomaron estado público de personas con enfermedades terminales que pedían en forma directa (o sus familiares) que se les dejase morir.
Melina González era una joven de 19 años que ni con medicación específica dejaba de tener dolor por una enfermedad degenerativa del sistema nervioso.
Ella había hablado en una entrevista con el diario Página 12, donde expresó: "Yo les ruego cada día, no sé como pedirles a los médicos que me duerman, para poder estar en paz". Pesaba tan sólo 18 kilos y había sido sometida a diversas cirugías. Prácticamente, todo su cuerpo ya estaba paralizado.
"Lo poco que siento, me duele. No puedo sostener ni una taza y tengo que estar acostada. Me ahogo, no puedo respirar. No es vida, no quiero seguir así. Y ellos no me entienden, piensan que siempre se puede salir adelante. Pero yo no doy más, no puedo", dijo ella.
Melina murió unos meses después, pero su madre siguió luchando junto a otras personas por la ley de "muerte digna".