“Disculpe señor, ¿tiene un minuto para hablar de nuestra diosa y eterna ganadora del Grammy Beyoncé?” Seguramente así se han de expresar algunos adeptos que han creado el “beyismo”, una religión que promueve la adoración de la cantante estadounidense.
Según difunde el portal de la revista People y E!, un grupo de fanáticos de la artista en Atlanta crearon una iglesia en donde lo único que está permitido es alabar a la esposa de Jay Z. Incluso, han creado la "Beyble", es decir, la biblia de Beyoncé.
De acuerdo con dichos sitios, en las reuniones que se realizan, en lugar de escuchar alabanzas y cantos como "Ave María" se reproducen los éxitos de la intérprete como “Crazy in Love”, “Single Ladies” y otros temas.
De hecho, a través de Instagram circulan algunos videos en donde se ve cómo le prenden veladoras frente a algunas imágenes de la artista.
No obstante, independientemente de la fe que tengan las personas, el tema a discutir sería el cómo los niveles de admiración de algunos seguidores han traspasado las fronteras. Y es que, este movimiento ni siquiera lo consiguieron en sus mejores años de fama el rey y la reina del pop, Michael Jackson y Madonna, respectivamente.
En alguna ocasión el psicoanalista Erich Fromm definió al fanatismo como un intento de escapar de la soledad, el deseo de establecer vínculos afectivos con otras personas con los mismos pensamientos, lo que hace que disminuya el miedo a la libertad y a la sociedad al mismo tiempo.
De acuerdo con la psicóloga Sonia Arias, especialista en Psicología Criminalística, algunas de las características del fanático son las siguientes: cree tener la verdad, no razona, trata de imponer sus propias creencias sobre los demás, no creen en la diversidad de pensamientos ni en la posibilidad de abrirse a nuevas ideas o movimientos. Además, el fanatismo suele defender un punto de vista que algunas veces es irracional.
Incluso, en algunos casos, esta obsesión ha llegado a otros extremos, como el matar a seres humanos, como ocurrió al músico John Lennon, quien fue asesinado el 9 de diciembre de 1980 por un supuesto admirador.
Más que un motivo de orgullo, la cantante Beyoncé quizás debería tomar algunas reservas.