Al menos una de cada tres mujeres ha experimentado algún tipo de abuso por parte de su pareja, informa la Organización Mundial de la Salud (OMS), y las cifras muestran que, a nivel mundial, un 38% del total de homicidios femeninos (feminicidios) se deben a la violencia conyugal, o la violencia por parte de una pareja.
En Latinoamérica la situación es más alarmante, porque 14 de los 25 países con las tasas más altas de feminicidios se encuentran en esta región y en el Caribe.
El aspecto cultural tiene mucho que ver con este problema que sigue dejando a hijas, novias y madres sin vida; pero otros factores como la falta de voluntad política, educación, sensibilidad y empatía de género, también juegan un papel crucial.
Recientemente hubo un caso que recordó a muchos acerca de la importancia de detectar los signos de la violencia de género en una relación, y, desgraciadamente, el caso incluye a una víctima, un agresor y una escena del crimen.
La madrugada del 22 de julio del 2018, Tatianer Spitzner –una víctima más de violencia conyugal– falleció después de haber caído del quinto piso de un edificio donde ella y su esposo vivían.
No se sabe exactamente cómo es que su cuerpo terminó sin vida a las afueras de su residencia en Guarapuava, Brasil; y tal vez este evento hubiera pasado desapercibido para muchos si no hubiese sido por una serie de videos captados por las cámaras de seguridad del edificio donde ella vivió.
En el video, que fue televisado por primera vez en el programa brasileño “Fantástico”, se muestra como Spitzner sufría de una violencia doméstica severa. Las imágenes también sirvieron como prueba para inculpar a su marido, Luís Felipe Manvailer, quien aparece en el video empujando, golpeando, sometiendo y arrastrando el cuerpo sin vida de su esposa.
El video claramente muestra cómo la víctima trató de huir varias veces de su agresor, pero la fuerza de él la obligó a ir a donde él la empujaba.
“Cuando veo estos casos así y de manera tan drástica con tanta evidencia –en otros casos no la hay– como para que podamos verlo, ¡es una crónica de una muerte anunciada!” dijo la Lic. María Rosa Rivero, terapeuta familiar, presidenta de la Asociación Argentina para el Desarrollo Integral de la familia y experta en el tema.
“Porque esta mujer pidió socorro, esta mujer hizo denuncia, esta mujer se quejó, la escucho todo el mundo y nadie hizo nada. Nadie dio respuesta, no hubo una familia que ayudó, unos vecinos que intervinieron, no hubo un estado”.
Manvailer, el agresor, fue apresado por las autoridades y está siendo investigado por el supuesto homicidio de su esposa, quien permaneció junto a él por casi cinco años, informó el The New York Times.
El agresor se declaró inocente y argumenta que su esposa saltó del balcón por su propia voluntad. Sin embargo, en el video se muestra a él arrastrando el cuerpo sin vida de su esposa por el elevador y limpiando la escena del crimen.
Después de que el video se hiciera viral a través de las redes sociales y causara indignación internacional, la hermana de Spitzner creó una cuenta de Instagram llamada TodosPorTatiane, donde se postean fotos del nuevo movimiento activista con su rostro para crear conciencia.
“La violencia deja marcas. No verlas deja feminicidios”, escribió la hermana en la cuenta de Instagram.
En Twitter, muchos brasileños compartieron sus opiniones y apoyo con el hashtag “metaAcolher”, que significa “mete la cuchara” y hace referencia a la intervención de otros en relaciones violentas.
“Hoy en día con las redes esto se difunde de una manera muy rutilante, muy rápida y entonces todo el mundo lo conoce, pero no por eso hay menos casos. Entonces, ¿dónde está el nudo?” preguntó Rivero.
Ideología patriarcal
Al crecer, niños y niñas son educados de diferente manera. Los varones aprenden a practicar actividades bruscas, demostrar fortaleza entre ellos mismos e incluso ser violentos. Mientras que las niñas son enseñadas a ser frágiles y dóciles.
Aunque los tiempos han cambiado y muchas mujeres han roto con los estereotipos que solían predeterminar sus roles de género en una relación, existe un aspecto cultural que sigue prevaleciendo en Latinoamérica y que es un contribuidor de la violencia conyugal: el machismo.
El machismo y la ideología patriarcal –la que legitima la discriminación y violencia de género– es un factor que contribuye al feminicidio porque “el hombre sigue creyendo que la mujer es un objeto de su posesión”, dijo Rivero.
“Por ejemplo, el machismo en el hombre mexicano se manifestó de una manera brusca, mientras que el argentino es más suave como hombre, pero muy violento también. Lo manifiesta de otra manera” agregó la especialista.
La experta sugiere que la raíz del problema se encuentra en la educación, la cual empieza desde muy pequeños y requiere la ayuda de padres, medios de difusión e instituciones.
“Tenemos que cambiar la educación desde los medios de televisión hasta el jardín de niños: los lugares donde nace la educación. En la familia tiene que haber más difusión de esos temas. El tema de ¿qué es el amor?, ¿qué es la pareja?, ¿qué lugar ocupa cada ser humano?” reflexiona la experta.
ONU Mujeres, la organización de las Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, explica que en América Latina existe una cultura de alta tolerancia hacia la violencia contra mujeres y niñas, la cual se puede observar en los medios de comunicación todo el tiempo: los crímenes contra las mujeres se exhiben con imágenes muy toscas y a nadie parece importarle.
Y cuando la violencia se normaliza, es decir, se ve como parte de la vida de las mujeres, los femicidios ocurren más seguido.
Falta de voluntad política
Silvana Ornelas Tapia, activista y fundadora de la fundación "Amor no es Violencia", fue víctima de una relación violenta que afectó su salud y la persiguió por casi cinco años.
Ella, con la ayuda de su madre, trató de buscar ayuda en el sistema judicial mexicano, pero éste no le respondió de la manera que ella esperaba. Hoy en día, Ornelas cursa la carrera de derecho porque cree que la mejor manera de ayudar a otras mujeres es a través de la injerencia de leyes.
“Es muy difícil que una mujer pueda denunciar, y aún más difícil que una denuncia proceda. En México no hay hombres detenidos por golpear mujeres, mucho menos encarcelados. Las autoridades nos han abandonado”, dijo Ornelas.
Muchas organizaciones luchan a diario para convencer a legisladores de apoyar a mujeres en relaciones violentas con nuevas y mejoradas leyes. Actualmente, ONU Mujeres reporta que existen 16 países en Latinoamérica con legislaciones especializadas en feminicidios, pero Ornelas cree que esto no es suficiente.
La activista explica que las instituciones gubernamentales carecen del entrenamiento para lidiar con situaciones de violencia doméstica.
“Una mujer llega a un ministerio público golpeada, ensangrentada y golpeada, y como no se sabe defender y dado que las autoridades no tienen ni perspectiva de género, ni empatía, ni tacto, ella acaban convirtiéndose en víctima”, agregó Ornelas. “La mejor manera de defender a las mujeres es en esos lugares y es a través de una ley”.
“A veces las instituciones no entienden en profundidad que esta problemática es multidisciplinaria, tiene una raíz emocional, cultural, una raíz social, una razón económica también porque la mujer a veces no se puede marchar, porque no tiene adónde ir con los hijos”, dijo Rivero.
Reconoce los signos de la violencia conyugal
La OMS define a la violencia conyugal como el comportamiento de un compañero íntimo o ex compañero que causa algún daño físico, sexual o psicológico. Y a pesar de existir un sinfín de recursos para evitar que una relación llegue este punto, los feminicidios en las relaciones siguen ocurriendo, ¿por qué?
Las expertas explican que muchas mujeres en relaciones violentas no se dan cuenta de la realidad de su situación porque están viven enamoradas o creen que el hombre va a cambiar algún día. Toleran los abusos de su pareja porque, en ocasiones, ellos llegan a ser amables y cariñosos con ellas, pero basta con un arranque de celos o un disgusto insignificante para que una mujer acabe siendo asesinada.
“La relación en el noviazgo se va tornando cada vez más violenta y las jóvenes no se dan cuenta. Llega un momento cuando estás con un joven que es controlador, violento, te pega, te grita, te manipula y no sabes como salir de ahí”, explicó Ornelas.
La familia también puede ser un factor que perjudique la situación, ya que algunos familiares aconsejan a las víctimas que toleren la violencia de su pareja.
“La misma familia no apoya a veces, ellos dicen ‘bueno, tienes que soportarlo, no es para tanto’, hay una cuestión cultural”, dijo Rivero.
Pero la experta informa que una relación donde un hombre muestra señales de violencia y abuso constante, incluso psicológico, no es saludable y por lo tanto la mujer debe de alejarse.
“En este caso estamos hablando de la violencia entre pareja, que sería la violencia que surge en un lugar donde tendría que haber amor y respeto. No es un desconocido que viene y te pega, es tu marido, es tu novio, es alguien que se supone que te tiene que respetar”, explicó Rivero.
Rivero, quien ha trabajado por varios años con víctimas de violencia de género, dijo que “es necesario saber que el hombre violento, NO está enfermo; que la violencia es un delito, que hay que pedir ayuda, NO callar y que nadie tiene derecho o motivo para pegarte, gritarte o decidir qué hacer”.
La siguiente gráfica fue sugerida por Ornelas, y fue diseñada por el Instututo Politecnico Nacional para catalogar en nivel de violencia una relación. Se divide por grados y colores. Entre más violenta sea una acción, más oscuro se va tornando el color. El Violentómetro comienza con “bromas hirientes” y desciende hasta "abuso sexual", "mutilación" y el "asesinato".
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