Ahora, las mujeres tienen otra poderosa razón para dejar de fumar. A la lista de por lo menos nueve cánceres para los que el cigarrillo es factor de riesgo, entre ellos el de pulmón y garganta, se suma el de seno: un nuevo estudio comprobó que fumar aumenta el riesgo de padecerlo.
Según el Instituto Nacional del Cáncer, hasta ahora, el vínculo entre el consumo de tabaco y el cáncer de seno no había sido muy claro. Pero un nuevo análisis sobre las historias clínicas de 111.000 mujeres, enroladas en el Nurses’ Health Study, una investigación que viene analizando la salud femenina desde hace tres décadas, demostró que sí hay una relación directa de riesgo.
Puntos clave
En el nuevo análisis publicado en la última edición de la revista “Archives of Internal Medicine”, se comprobó que cualquier tipo de historia que la mujer tuviera con el tabaco –ya sea un consumo de cinco cigarrillos diarios o una cajetilla completa– aumentó la chance de tener cáncer de seno en un 6 por ciento.
Claro, fumar un paquete entero cada día elevó el riesgo en un 7,5 por ciento, explicó Walter Willett, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y coautor del trabajo.
Por su parte Michael Thun, de la Sociedad Americana del Cáncer, explicó que la mujer que fuma no sólo aumenta el riesgo de cáncer de seno. En el caso del cáncer de pulmón, el riesgo para las fumadoras se incrementa 13 veces, comparado con el de aquéllas que no fuman.
Según el nuevo estudio, las mujeres que comenzaron a fumar más jóvenes tienen mayor riesgo de padecer cáncer de seno. Y este dato es significativo ya que gran parte de los fumadores caen en el hábito en la adolescencia, enfatizó Stanton Glantz, director del Centro para la Investigación y Control del Tabaco de la Universidad de California en San Francisco.
Al parecer, explicó, el tejido del seno sería más vulnerable a los agentes cancerígenos en los años anteriores a que la mujer tenga hijos. Lo curioso es que, después de la menopausia, el tabaco sería como un “protector” contra el cáncer porque actúa contra los estrógenos, que alimentan a los tumores.
Por supuesto, los científicos aclaran que esta no es excusa para fumar en el otoño de la vida, ya que el riesgo de muchas enfermedades potencialmente mortales persiste, especialmente el de ataque cardíaco y el de accidente cerebrovascular.
Otro estudio reciente de la Universidad de Minnesota comprobó que el daño genético que causa el cigarrillo ocurre en minutos y no en años, lo que acelera cualquier proceso cancerígeno. Esta investigación analizó la reacción de un químico del tabaco llamado “policíclico aromático hidrocarbonado” (PAHs, por sus siglas en inglés) y observó que estos químicos provocan mutaciones en el ADN que pueden causar cáncer.
“El efecto es tan rápido que es como inyectar la sustancia en el torrente sanguíneo”, graficó Stephen Hecht, autor del estudio que fue financiado por el Instituto Nacional del Cáncer y está disponible en la revista “Journal Chemical Research”.
Desde que en diciembre pasado la Cirujana General, Regina Benjamin, lanzó un informe federal sobre el consumo de tabaco, en el cual se informaba que el daño que causa al ADN de las células es inmediato, nuevos estudios han agregado razones para dejar de fumar. El informe oficial, “Cómo el tabaco causa enfermedad: biología y comportamiento de las enfermedades relacionadas con el tabaco”, enfocó en describir cómo el cigarrillo “asalta” al organismo.
“Los químicos en el humo del tabaco atacan los pulmones cada vez que se inhala causando daño inmediatamente”, explicó Benjamin. “Inhalar apenas una pequeña cantidad de humo puede dañar el ADN, lo que está relacionado con mayor riesgo de cáncer”.
El informe oficial vincula al hábito de fumar con 13 diferentes tipos de cánceres, entre ellos los de: esófago, tráquea, estómago, páncreas, rinón, vejiga y una forma aguda de leucemia.
Benjamin presentó el reporte diciendo que con 440.000 muertes al año vinculadas al tabaquismo, hay que actuar ya. “Nunca es tarde para dejar de fumar”, enfatizó.
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