Su corazón falló a los 17, hoy enseña a vivir con enfermedad cardíaca

Amanda Gonzalez estaba en su último año de secundaria cuando le diagnosticaron enfermedad del corazón. Se le quiebra la voz al recordar las cirugías que necesitó y lo que se perdió en sus años universitarios. Al mirar al pasado, dice que tiene suerte de estar viva.

La joven de 28 años tenía 17 la primera vez que su corazón falló. Había jugado un partido de softball ese día, y se desmayó mientras se daba un baño, después de estudiar hasta entrada la noche para sus exámenes finales.

Su corazón falló a los 17, hoy enseña a vivir con enfermedad cardíaca

Los médicos le implantaron un marcapasos días antes de que Amanda empezara su primer año de universidad en College of the Holy Cross en Massachusetts. Pero los ritmos cardíacos peligrosos continuaron.

“Las palpitaciones eran insoportables”, dijo Gonzalez, quien ahora es una valiente portavoz nacional para Go Red Por Tu Corazón, la campaña de la American Heart Association (AHA) para educar y concientizar a las mujeres sobre la enfermedad cardíaca. “Sentía que tenía un monstruo en mi pecho que no podía apaciguar” confesó.

Consultó a otro cardiólogo y empezó a tratarse con él (junto a ella en la foto) quien le cambió sus medicinas y le dijo que necesitaba un desfibrilador cardioversor implantable. Tuvo que ausentarse de la universidad para poder darle a su corazón, tiempo para sanar.

Amanda, quien se describe como alguien “de personalidad muy de tipo A”, recordó que se sintió devastada por tener que detener temporalmente sus planes universitarios; es una persona con ambiciones, y para ella, graduarse en Holy Cross había sido su sueño dorado.

La joven hispana se entregó a su rehabilitación, pero las experiencias le produjeron un gran desgaste psicológico. Se deprimió y no quería salir de su casa porque temía que le ocurriera un incidente cardíaco en público. Con el paso del tiempo, dejó de ir al cine y de visitar a sus amigos.

Su cardiólogo la animó a ver un terapeuta. Y los dos profesionales jugaron “un papel enorme en devolverme mi vida”, comentó Amanda.

Ella regresó al poco tiempo a Holy Cross. Logró su sueño de graduarse en mayo de 2011 y ahora trabaja como fotógrafa y asistente administrativa en Worcester. 

Lawrence Rosenthal. su cardiólogo, dijo que ella se merece todo el mérito por el esfuerzo que hizo en su recuperación.
“Realmente ha superado bastante adversidad para una persona joven” dijo Rosenthal, director de la división de estimulación y electrofisiología cardíaca en el UMass Memorial Medical Center.

Rosenthal dijo que es posible que Gonzalez tenga una condición genética que causa una “tormenta eléctrica” en su corazón que puede conllevar a una muerte cardíaca súbita. El desfibrilador la protege porque suelta una descarga cuando ocurre un ritmo problemático que pone en peligro su vida. Hasta el momento, el dispositivo ha soltado media docena de descargas.

Vivir con enfermedad cardíaca

Su hermano menor, Brian, de 25 años, dijo que fue difícil ver a la hermana, quien fuera alegre y activa, temer hacer las cosas que tanto disfrutaba.

“Fue un momento que nos cambió la vida a todos” dijo Brian. “Nuestra relación mejoró tanto, hasta el punto de que ahora somos los mejores amigos” expresó.

Para Gonzalez, educar a los demás sobre los riesgos de enfermedad del corazón, se ha vuelto una pasión. Antes de ser voluntaria para la AHA, comía saludablemente, pero desde que se unió a la organización, se ha inspirado aun más en practicar lo que predica.

Amanda, a quien le encanta cocinar, dijo que prepara el picadillo cubano favorito de su papá con carne de pavo en lugar de carne de res. A pesar que ya no come pasta, no está dispuesta a privarse de su capricho: el chocolate.

Su labor como voluntaria en la AHA ha fortalecido la confianza en sí misma, y le ha ayudado a manejar la ansiedad que antes la paralizaba.

El tener enfermedad del corazón “no quiere decir que es el final”, dijo. Y anima a otros a conocer el historial de salud de sus familias, y a no ignorar -como lo hizo su propia familia- las condiciones que afectaron a los padres y los abuelos.

El abuelo paterno de Gonzalez, quien vivía con su familia, murió de un infarto mientras dormía, el año antes de que ella recibiera su diagnóstico. Nadie consideró importante en aquel momento el hacerse un chequeo del corazón o estar atento a su propia salud cardíaca. La joven ahora anima a sus padres a cuidar mejor de su salud.

Gonzalez dijo que la enfermedad del corazón le quitó mucho en esa primera etapa de su diagnóstico. Sin embargo, se siente “bendecida” porque ha aprendido mucho sobre el problema y puede compartir ese conocimiento con mujeres alrededor del país.

“No sé quién sería si no tuviera una enfermedad del corazón”, aseveró Amanda.

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