Las tasas de incidencia de infartos de miocardio en la población sueca fueron más altas los lunes y durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo que durante los fines de semana o en el mes de vacaciones de julio.
Esta variabilidad observada en diferentes períodos de tiempo durante el año puede estar sistemáticamente relacionada con los niveles de estrés psicosocial, señaló un estudio publicado recientemente por el American Heart Journal .
Resultados
El trabajo tomó 156.000 registros de admisiones hospitalarias de infarto de miocardio durante ocho años en la población sueca.
Los invesigadores advirtieron que los resultados no son extrapolables a otros países, aunque, otras estadísticas, como la Fundación Española del Corazón (FEC), ya habían alertado que en Navidad aumentan en un 5 por ciento los infartos.
También una investigación de Roberto Manfredini, director de la Clínica Médica de la Universidad de Ferrara (Italia), había señalado que existe un mayor riesgo de sufrir un infarto a primeras horas de la mañana, sobre todo lunes.
Precaución durante las mañanas
Los momentos más peligrosos para el ataque cardíaco y para todo tipo de emergencia cardiovascular, incluyendo muerte cardíaca repentina, ruptura o aneurisma de la aorta, embolia pulmonar y accidente cerebrovascular- son la mañana y durante la última fase del sueño.
Un grupo de Harvard estimó este riesgo y evaluó que, en promedio, el riesgo adicional de tener un infarto de miocardio, o ataque cardíaco, entre las 6 de la mañana y el mediodía es de alrededor del 40%. Pero si calcula sólo las primeras tres horas después de despertar, este riesgo relativo es el triple.
Principal causa de muerte en el mundo
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte en todo el mundo y más de tres cuartas partes de las defunciones por ECV se producen en los países de ingresos bajos y medios.
A diferencia de la población de los países de ingresos altos, los habitantes de los países de ingresos bajos y medios a menudo no se benefician de programas de atención primaria integrados para la detección precoz y el tratamiento temprano de personas expuestas a factores de riesgo.
La mayoría de las ECV pueden prevenirse actuando sobre factores de riesgo como el consumo de tabaco, las dietas malsanas y la obesidad, la inactividad física o el consumo nocivo de alcohol, utilizando estrategias que abarquen a toda la población.
Las políticas sanitarias que crean entornos propicios para asegurar la asequibilidad y disponibilidad de opciones saludables son esenciales para motivar a las personas para que adopten y mantengan comportamientos sanos.
Está demostrado que el cese del consumo de tabaco, la reducción de la sal de la dieta, el consumo de frutas y hortalizas, la actividad física regular y evitar el consumo nocivo de alcohol reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares.