Los aromas de nuestros platos favoritos son parte del disfrute que nos brindan, pero ¿alguna vez pensaste que pasaría si no pudieras olerlos?
Un equipo de investigadores se hizo la misma pregunta y llevó el tema al laboratorio para realizar un estudio. Las conclusiones podrían sorprenderte: los ratones que perdieron su sentido del olfato no aumentaron de peso, incluso cuando comieron la misma dieta alta en grasas que los ratones que podían oler, éstos sí engordaron.
Suena increíble que oler los alimentos tenga un rol tan importante en el peso, pero así lo comprobaron los científicos de la Universidad de California, en Berkeley, EE.UU. Ellos compararon a grupo de ratones cuyas neuronas olfativas habían sido alteradas genéticamente para eliminar su sentido del olfato, con otro grupo de ratones cuyo olfato había sido mejorado.
Los modelos con un buen sentido del olfato aumentaron el doble de su peso normal, mientras que los ratones con deficiencia olfativa no ganaron peso en absoluto, según el estudio, que fue publicado en la revista Cell Metabolism.
"Éste es uno de los primeros estudios que muestra que si manipulamos el sentido olfativo, se altera la forma en que el cerebro percibe el equilibrio energético y cómo el cerebro regula el balance energético", dijo Céline Riera, co-autora de la investigación.
Riera declaró a CBS News que los hallazgos plantean dudas sobre si las conclusiones serían o no aplicables a los seres humanos.
"Lo bueno de los nervios olfativos es que son totalmente únicos y no están en el cerebro, sino en la nariz, y quizá en el futuro podamos bloquearlos de manera no invasiva en personas durante varios meses, y ayudarles a perder peso", agregó Riera.
En un artículo publicado en Berkeley News, Andrew Dillin, autor del estudio, dijo: "Los sistemas sensoriales juegan un papel importante en el metabolismo. El aumento de peso no es sólo una medida de las calorías consumidas, sino también de cómo se perciben esas calorías".
Los investigadores esperan que el trabajo futuro en esta área pueda algún día beneficiar a los pacientes y constituirse en una nueva alternativa de tratamiento, tanto para las personas que son obesas mórbidas o tienen adicción por la comida, como para quienes tienen otros problemas de salud como diabetes, por ejemplo.