Susan Gianstefani, de 47 años, decidió donar un riñón en 2001 y publicó un aviso que decía “riñón libre, sin ataduras” y a cambio de cederlo, pedía que le pagaran los pasajes y gastos de traslado.
El primero en contestar el aviso fue Larry Rosenfield, un estadounidense de 60 años que estaba muriendo de una enfermedad renal. Ella viajó y volvió a su hogar con un riñón menos. Al ser consultada por Daily Mirror, Susan dijo: "Usted no necesita dos riñones, un montón de personas nacen con uno solo. ¿Por qué no dárselo una a alguien que lo necesita?”.
Pero Susan estaba decidida a no parar de donar: una pareja sin hijos de Australia se contactó con ella para preguntarle si consideraría la donación de algunos óvulos para que ellos pudieran realizar un tratamiento de Fecundación In Vitro (FIV), y les dijo que sí, donó 27 óvulos y comprobó que 3 habían sido fecundados, luego perdió contacto con la pareja.
La historia continúa con la sorprendente donación de parte de su hígado a un niño de 12 años, que se llevó a cabo en diciembre de 2014 en el King's College Hospital, de Reino Unido. Unos meses después de la operación, ella manifestó a los medios: "No sé quién es, pero lo está haciendo bien y empezó la escuela en abril."
Y ahora, Gianstefani ha sorprendido de nuevo a su familia y al mundo, diciendo que desea donar un pulmón. Y aunque ella manifiesta una y otra vez que quiere ayudar a salvar vidas, los médicos le han sugerido que al someterse a tantas cirugías, ella está arriesgando su propia vida.
Donar órganos en vida
En EE.UU. hay más de 120,000 personas en listas de espera para un trasplante de órgano. La escasez de órganos donados hace que cada día, un promedio de 18 personas mueran mientras esperan un trasplante.
Cada año, más de 6,000 estadounidenses se convierten en donantes de órganos en vida. Generalmente, muchos de ellos son donantes de riñón, aunque también se puede donar parte del hígado, pulmón o páncreas.
Los donantes de órganos en vida deben ser personas sanas y no padecer diabetes, cáncer y enfermedades del hígado, el corazón o la sangre, y deben ser capaces de soportar el estrés asociado con la cirugía y la recuperación, según la Asociación Estadounidense de Trasplantes.
Respecto de los riesgos de donar un órgano en vida, son los mismos que frente a cualquier cirugía, incluida la muerte, informa la citada fuente.
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