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Perder al cónyuge podría ser más letal para los hombres

VIERNES, 24 de marzo de 2023 (HealthDay News) -- Aunque perder al cónyuge puede acortarle la vida a cualquier persona, una nueva investigación danesa sugiere que los hombres que enviudan son mucho más vulnerables que las viudas.

Tras seis años de monitorización de los resultados de salud de casi 925,000 personas mayores danesas, los investigadores determinaron que cuando un hombre entre los 65 y los 69 años pierde a su esposa, tiene alrededor de un 70 por ciento más de probabilidades de morir en el año posterior, en comparación con sus pares que no han enviudado.

Pero entre las esposas sobrevivientes, este aumento en el riesgo fue de apenas un 27 por ciento.

¿A qué se debe la diferencia? El autor del estudio, Alexandros Katsiferis, comentó que solo podía ofrecer algunas teorías.

"No tenemos los datos para responder a esta pregunta de forma precisa, así que no podemos sentir mucha confianza sobre los motivos de que este fenómeno tienda a ocurrir", anotó Katsiferis, miembro doctoral de la sección de epidemiología del departamento de salud pública de la Universidad de Copenhague.

Pero apuntó que las mujeres mayores que enviudan quizá sean mejores que los hombres que enviudan al "absorber el shock, [lo que incluye a] las dificultades de cuidar a un hombre enfermo, junto con todas las necesidades y rarezas" anteriores al fallecimiento del esposo.

Al contrario, quizá "la salud física y emocional [de los hombres] dependa de la disposición de su cónyuge de cuidarlos", añadió. "Cuando la esposa ya no está en sus vidas, hay un colapso".

Katsiferis y sus colegas anotaron que todos los participantes del estudio tenían a partir de 65 años, con una edad promedio de 73 a 75 años. Alrededor de un 55 por ciento eran mujeres.

Durante el periodo del estudio, más de un 8 por ciento perdió un cónyuge, aunque también hubo una brecha sexual: aunque poco más de un 6 por ciento de todos los hombres inscritos perdieron a su esposa, esta cifra fue de un 10 por ciento entre las mujeres. En promedio, los sobrevivientes tenían entre 77 y 79 años cuando su cónyuge falleció.

El equipo de la investigación monitorizó dos indicadores principales de la salud de los sobrevivientes después de la pérdida: la cantidad de dinero que gastaban en atención de la salud en los tres años después de su pérdida, y su propio riesgo de morir tras la pérdida durante el estudio.

El análisis sobre el gasto en atención de la salud se enfocó en cualquier cambio en el dinero gastado para la atención de supervivencia a domicilio, la hospitalización, los medicamentos recetados o la atención primaria en alrededor de la mitad del grupo de viudos de ambos sexos. (Este fue el dinero que se gastó más allá de los gastos que serían cubiertos por el sistema nacional de atención de la salud de Dinamarca).

El análisis también reveló que aunque los gastos en atención de la salud aumentaron en general en el año tras la pérdida del cónyuge, aumentaron significativamente más entre los hombres, sin importar la edad que el hombre tenía cuando perdió a su esposa. El aumento en los gastos médicos fue más o menos equivalente entre los hombres y las mujeres solo entre los sobrevivientes que perdieron a su cónyuge cuando tenían a partir de 85 años.

En cuanto al otro frente, los investigadores hallaron que las mujeres solo experimentaron un aumento en el riesgo de morir después de la pérdida si eran relativamente jóvenes, es decir si tenían entre 65 y 69 años, cuando su esposo falleció. En este caso, el riesgo aumentó en un 27 por ciento. Pero si tenían a partir de 70 años en el momento de su pérdida, su propio riesgo de morir no era más alto que el de las mujeres que no habían enviudado, o era incluso algo más bajo.

Entre los hombres no ocurrió lo mismo. Los esposos que perdieron a sus esposas cuando tenían entre 65 y 84 años experimentaron un aumento en su propio riesgo de morir, aunque el grado de aumento fue incrementalmente más bajo entre los esposos que tenían una mayor edad en el momento de la pérdida. Solo se observó un ligero descenso en el riesgo entre los hombres que tenían a partir de 85 años.

En cuanto a qué podría hacerse para mejorar la salud y la longevidad entre los cónyuges sobrevivientes, Katsiferis advirtió que el tema es "un problema multifacético y complejo y sin una respuesta sencilla".

Aun así, apuntó a la necesidad de servicios de duelo, asistencia de atención a domicilio, interacción social y esfuerzos para garantizar que los sobrevivientes no estén aislados tras su pérdida.

Los hallazgos se publicaron en la edición en línea del 22 de marzo de la revista PLOS ONE.

"El respaldo de salud mental es otro proceso esencial obvio que debe formar parte de la solución", añadió Katsiferis, y anotó que quizá los esposos sobrevivientes busquen menos este tipo de respaldo, por "el miedo a mostrar vulnerabilidad".

La Dra. Mohana Karlekar, jefa de la sección de medicina de cuidados paliativos del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, se hizo eco de esta idea.

"El duelo es real. Para los hombres y para las mujeres", afirmó. "Se puede manifestar como ansiedad o depresión. Y puede manifestarse físicamente de muchas maneras: como dolor de cabeza, pérdida de peso, insomnio, dolores en las articulaciones, dolores diversos".

Pero Karlekar añadió que "históricamente, las mujeres tienden a ser más sociales y estar más dispuestos a hablar sobre estas cosas. Además, si uno ha sido el cuidador principal hasta la pérdida, es probable que ya haya estado más recluido de lo usual, incluso antes. Así que quizá no sepa cómo pedir ayuda, o a quién pedírsela. Y en general, esto es un problema incluso más grande entre los hombres".

Para los que estén preocupados sobre la salud y el bienestar de los sobrevivientes, puede ser útil adoptar "el principio orientador en el que se basa la atención paliativa, que es valorar a la persona", aconsejó.

"Los hermanos, los amigos, las personas de la comunidad de la iglesia: todos debemos prestar atención a los que están en duelo. Tengo un paciente que murió de repente, a los 78 años, tras caerse por las escaleras. La familia no se lo esperaba", apuntó Karlekar. "Pero pude reunirme con la familia, tener conversaciones. Y a la viuda le está yendo de verdad muy bien ahora, porque tiene una familia, una comunidad de personas que la acompañan y que pueden estar atentas a ella. Eso es importante. La comunidad es importante".

Más información

Aprenda más sobre cómo afrontar el duelo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

FUENTES: Alexandros Katsiferis, PhD fellow, section for epidemiology, department of public health, University of Copenhagen, Denmark; Mohana Karlekar, MD, section chief, section of palliative care medicine, Vanderbilt University Medical Center, Nashville; PLOS ONE, March 22, 2023, online