Los científicos están mirando con atención la susceptibilidad hacia ciertas enfermedades de acuerdo al tipo de sangre. En un estudio de la Universidad de Harvard se halló relación entre éste y el riesgo cardíaco, y ahora se lo relaciona con el deterioro de la memoria.
Un equipo de científicos de la Universidad de Vermont College of Medicine, dirigido por la doctora Mary Cushman, halló que las personas con sangre AB0, son más propensas a desarrollar problemas de pensamiento y memoria que las que tienen otros grupos sanguíneos.
Las conclusiones fueron publicadas en Neurology, y se basan en un estudio sobre 30,000 personas de 45 años en adelante. Se identificaron a 495 participantes que habían desarrollado problemas de pensamiento, memoria, o deterioro cognitivo durante el estudio de 3 años. Y luego de ajustar los datos por raza, edad y estilo de vida, se comparó las diferencias respecto del tipo de sangre.
En el grupo analizado, el 6% de las personas tenían el tipo de sangre AB y se observó que éstas fueron un 82% más propensas a presentar dificultades con la memoria, el lenguaje y la atención del día a día, lo que puede indicar una mayor inclinación a padecer demencia, aunque esto no fue probado.
"Nuestro estudio se centra en el tipo de sangre y el riesgo de deterioro cognitivo, pero varios estudios han demostrado de que factores tales como la presión arterial alta, el colesterol alto y la diabetes, aumentan el riesgo de deterioro cognitivo y la demencia", dijo a BBC la Dra. Cushman.
Los grupos sanguíneos, al igual que el color de los ojos, se heredan de los padres. El grupo O positivo es el más común, pero no todos los grupos étnicos tienen la misma mezcla. Los hispanos por ejemplo, tienen un número relativamente mayor de grupo O, mientras que los asiáticos tienen un número relativamente alto de grupo B, según la Cruz Roja Americana.
"El tipo de sangre está también relacionado con otros trastornos vasculares tales como derrames cerebrales, aunque se necesita más investigación para confirmar estos resultados" agregó la líder del estudio.
Sin embargo, esa predisposición genética se puede contrarrestar al vivir un estilo de vida sano que incluya una dieta equilibrada, ejercicio y una presión arterial, un colesterol y un peso bien controlados, señalan los expertos.