Estos platos con sabor a mar son catalogados como la comida rápida más nutritiva que existe, ya que además de cocinarse en poco tiempo tienen unos beneficios nutricionales incomparables que cada día sorprenden más a sus seguidores, nutricionistas y expertos en salud por sus incalculables beneficios.
La calidad de su proteína, su excelente surtido de vitaminas y minerales, entre los que se destacan el yodo y la vitamina B-12, así como los ácidos grasos que influyen en el desarrollo y funcionamiento de las células y tejidos, son sólo algunas de las bondades del comer pescados y mariscos.
Algunas variedades de pescado también presumen de sus ácidos grasos omega-3. Estos ácidos grasos, provenientes principalmente del pescado y de los mariscos, ayudan a reducir el riesgo de la enfermedad del corazón, mejoran el flujo sanguíneo y se cree que reducen el riesgo de padecer trombosis, además de ser importantes para el desarrollo adecuado del cerebro, el tejido nervioso y el sentido de la vista en el feto.
Diversos trabajos de investigación resaltan que la grasa que contiene el pescado, en vez de elevar el colesterol y los triglicéridos, contribuye a su solución.
Entre las ventajas está el que este tipo de colesterol no se deposita en las arterias, lo que evita la aterosclerosis. Además, contribuye a reducir la grasa depositada en las paredes arteriales. Ambos aspectos disminuyen el riesgo de enfermedades al corazón.
Una buena pesca
De la misma forma que hay muchas especies de pescados y mariscos con distintos sabores, olores y texturas, también existen diferencias entre su contenido de nutrientes, vitaminas, proteínas y grasas.
Dentro de estos aspectos, la cantidad en la grasa de los pescados es un elemento que los diferencia bastante entre sí. Luego de investigar en diversas publicaciones especializadas, los expertos en nutrición de MiDietaencontraron que, aunque algunos pescados tienen más grasas que otros, este contenido puede variar según la época del año, la temperatura de las aguas, el tipo de alimentación y hasta el período de reproducción de cada especie, ya que un pescado con alto contenido de grasa puede hacerse menos grasoso después de poner sus huevos.
Los pescados menos grasos, o magros, como la merluza y la trucha, tienen menos del 5% de grasa y los pescado planos, como el lenguado o el rodaballo, entre un 1% y un 2% de grasa. En cuanto a los pescados ricos en grasas más de un 10% de su peso se destaca el atún, el salmón y las sardinas. La mayoría de estos pescados son ricos en ácidos grasos omega-3, proteínas y vitaminas A, B-12 y D.
El medio ambiente también da a los peces características distintas. Aunque la mayoría de ellos proviene de las aguas saladas del mar, también se consumen los de agua dulce, que viven en los ríos, lagos y arroyos. Entre las diferencias sobresale el hecho de que el pescado de mar es más rico en yodo y cloro, mientras que el de agua dulce contiene más potasio, magnesio y fósforo. La merluza, el pez espada, el bacalao, el mero, la dorada y la sardina son ejemplos de peces del mar. Los de agua dulce más populares son la trucha y la anguila.
“Los componentes nutricionales de los pescados y los mariscos son muy buenos y las personas deben saber aprovechar sus ventajas. Hay que incluirlos más en nuestra dieta”, recomendó la nutricionista de MiDieta ™, Ana María González.
“Muchos estudios indican que se debe consumir pescado por lo menos dos veces por semana. La ración diaria de pescado para un adulto se calcula entre 4 y 6 onzas 150 y 200 gramos libre de piel, espinas y otros desperdicios. También es bueno incluir leguminosas, frutas, verduras, cereales y productos integrales como galletas y panes como acompañantes del pescado y los mariscos”, concluyó la nutricionista.
*Del equipo editorial de MiDieta™