Parece ser que los latinos tienen casi el doble de probabilidad que el resto de la población en general de ir a la sala de emergencias (ER) por incidentes no urgentes (39 por ciento vs. 21 por ciento).
La encuesta también mostró diferencias significativas dependiendo de las generaciones y estados socio-económicos.
Esta información es valiosa sobre todo para las familias que comienzan a a usar sus nuevas coberturas médicas el año próximo.
Tener en cuenta si realmente es una emergencia
Los costos de una sala de emergencia son más altos tanto para el hospital como para el paciente. Ya que la mayoría de los planes bajo el Obamacare tienen deducibles altos.
El costo de la visita a una sala de emergencias para atención que no sea emergencias puede ser considerablemente más elevado (desde $150 de copago) que el acceso en otros lugares de servicio, tales como la oficina de un médico (desde $20 de copago) o un centro de urgencias (desde $50 de copago). Además, ir a una sala de emergencias para atención no urgente puede resultar en una larga espera ya que la atención de emergencias reales es prioritaria.
La encuesta preguntó si en caso de necesitar tratamiento por algo que no es una emergencia o donde su vida corre peligro, ¿a dónde recurriría? Los latinos fueron los que más eligieron la emergencia como primer recurso.
El estudio hizo una separación por edad y por ingreso familiar y halló que mientras mayor es el ingreso, más conocimiento tienen del uso adecuado de la sala de emergencia.
Respecto a la edad, las personas entre 45 y 64 años fueron los más concientes a la hora de usar la sala de urgencias o la atención primario (el médico de cabecera) cuando hay una situación de salud donde la vida no corre peligro y se necesite atención inmediata.