En la actualidad se está hablando con más fuerza sobre el tema del abuso de fármacos prescritos por los médicos. La epidemia de abuso de medicamentos usados para el dolor, como lo son los derivados opioides, es un problema que está generando preocupación.
De acuerdo al (NIDA) National Institute on Drug Abuse, los tipos de medicamentos objeto de abuso son:
Los opioides que se utilizan para el manejo del dolor, los depresores del sistema nervioso central (sedantes e hipnóticos) que se usan para inducir el sueño y bajar la ansiedad y los estimulantes, usados por ejemplo, para el tratamiento del trastorno de déficit de atención.
Dentro de las metas de la medicina está prevenir la enfermedad, curarla, aliviar los síntomas y no hacer daño. El problema no es sencillo, estamos hablando de medicamentos que alivian dos de los síntomas que más sufrimiento generan en la humanidad: el dolor y la ansiedad. Cuando tú tienes un fármaco que alivia estos síntomas de manera eficaz y rápida, el atractivo para su uso es muy grande.
Estos medicamentos tienen usos clínicos específicos y son efectivos cuando están bien indicados. En el grupo de los sedantes e hipnóticos, los más usados son las benzodiacepinas. Algunos genéricos pertenecientes al grupo de las benzodiacepinas son: Diazepan, alprazolan, clonazepan, bromazepan, lorazepan etc.
Toda las benzodiacepinas tienen 5 efectos que se usan con propósitos terapéuticos: son ansiolíticos (reducen la ansiedad), son hipnóticos (inducen el sueño), relajan la musculatura (efecto miorrelajante), son anticonvulsivantes y amnésicos.
En salud mental se usan en diversos trastornos mentales como por ejemplo los trastornos del sueño, los trastornos de ansiedad, el control de crisis de agitación, intoxicación por drogas y síndrome de abstinencia de algunas sustancias. En neurología y otras especialidades médicas se usan como anticonvulsivante y relajantes musculares.
La clave en su uso, es que son medicamentos que deben estar bajo la vigilancia y control del médico tratante. El uso prolongado debe evitarse cuando la indicación y condición clínica lo permita.
En el momento de considerar el uso de estos medicamentos, el médico debe poner en la balanza los riesgos y beneficios y compartir con el paciente, las consideraciones y reflexiones que justifiquen su recomendación, de manera que el paciente tome una decisión con la información necesaria, para así minimizar los riesgos y reducir las posibilidades de abuso.