Hay momentos críticos para las parejas y es asombroso que sean los más esperados del año: las vacaciones.
Estadísticas anteriores han mostrado que las personas son más propensas a solicitar un divorcio tras las vacaciones de invierno y de verano. Y eso es así incluso aunque muchas parejas consideran que las vacaciones son una época en que las cosas podrían mejorar.
Un nuevo estudio de la Universidad de Washington acaba de certificar que hay más divorcios en marzo y agosto que en cualquier otro mes del año.
La investigación muestra la experiencia de la gente en las vacaciones: se convive más horas, se hacen evidentes los gustos personales y las diferencias afloran con más intensidad. El patrón estacional de rupturas matrimoniales sugiere que los rituales familiares alrededor de las vacaciones pueden estar impulsando la tendencia.
La profesora asociada de sociología Julie Brines y otros colegas médicos analizaron los documentos de divorcio en el estado de Washington entre 2001 y 2015, y se sorprendieron al ver surgir un patrón consistente en la época de vacaciones, pero luego lo ampliaron a más estados.
"Fue muy robusto año tras año", dijo Brines en un comunicado de prensa. Los picos altos de divorcio se mantuvieron incluso después de que aplicaron detalles como el desempleo y los problemas de vivienda, que también tienden a seguir los patrones de temporada.
¿Por qué divorciarse tras las vacaciones? Los investigadores creen que otro factor influyente es que las parejas evitan hacerlo cerca de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, o cuando hay receso en la escuela, porque estos tiempos son considerados sagrados para las familias.
"La vida familiar está gobernada por un reloj social que ordena el festejo del cumpleaños, los días festivos u otros momentos especiales que involucran a miembros de la familia durante el transcurso de un año" escribieron los investigadores.
Pedir el divorcio durante estos períodos especiales puede ser socialmente inaceptable para muchas parejas. Y algunos maridos y esposas infelices incluso piensan que pasar unas buenas vacaciones familiares juntos, ayudará a salvar a sus matrimonios con problemas.
"La gente tiende a enfrentar las fiestas con expectativas crecientes, a pesar de las decepciones que pudieron haber tenido en años pasados", dijo Brines. "Representan períodos en el año en que hay la anticipación o la oportunidad para un nuevo comienzo, algo diferente, una transición a un nuevo período de la vida" agregó.
Desafortunadamente, las vacaciones a menudo no cumplen con las expectativas de la gente. Por el contrario, pueden ser tan estresantes y emocionalmente cargadas que, para algunos matrimonios que fracasan, puede ser la última gota que desborda el vaso, lo que Brines y otros sociólogos llaman un escenario de "promesas rotas".
Mientras que la decisión se viene gestando puertas adentro, las parejas necesitan unos meses para conseguir abogados, poner sus finanzas en orden, y trabajar hasta tener el valor de solicitar el divorcio, de ahí la brecha entre Año Nuevo y el primer pico notado en marzo. La misma lógica puede aplicarse al verano: después de un mes o dos de tiempo de ocio familiar, el comienzo del año escolar podría acelerar la decisión para las parejas con niños y esto lleva a que se produzca un nuevo pico de divorcios en agosto, afirman los científicos.
Los resultados fueron observados en Ohio, Minnesota, Florida y Arizona, y se presentaron en la reunión anual de la American Sociological Association en mayo de 2017.
Ahora, los investigadores están analizando otros estados para ver si sus resultados son válidos en un tamaño de muestra más grande. Y a pesar de las diferencias en la demografía y las condiciones económicas en esos estados, creen que el patrón de divorcio estacional "es más o menos igual", según sus propias apreciaciones.