Reina Elizabeth, diagnóstico de COVID y una salud deteriorada

Es cierto. La Reina Elizabeth II de Inglaterra, quien murió el 8 de septiembre, tenía 96 años. Una edad en la que generalmente se muere por eso, por la edad, "de viejitos". De manera apacible, se deja de respirar.

Pero la mujer que reinó por 70 años y que colocó a la monarquía en el imaginario cultural y colectivo mundial sí había estado teniendo algunos problemitas de salud, incluido un diagnóstico de COVID, algo que puede haber dejado su sistema inmune marcado para siempre.

| Foto: GETTY IMAGES

Elizabeth II murió apaciblemente en su residencia de Balmoral, en Escocia, según informaron los médicos reales.

Días antes se encontró con la nueva primera ministra Liz Truss, pero esta histórica visita de aprobación se realizó en Balmoral, la casa de verano real en Escocia, por primera vez en sus 70 años de reinado. 

A los primeros ministros a los que dio su bendición o con los que se encontraba con frecuencia, desde Winston Churchill, Elizabeth II los recibió siempre en el palacio de Buckingham, en Londres.

La reina había llegado a Balmoral el 6 de septiembre, y testigos de esa llegada dijeron que estaba muy delgada y demacrada. La vieron "frágil", un adjetivo que nunca se había juntado con el nombre de Elizabeth II en ninguna oración.

Se la vio poco durante la primavera y el verano, excepto algunos esporádicos momentos, en alguna velada o desde un balcón.

Estos son algunos de los recientes hitos de salud de Elizabeth II, que pueden haber deteriorado no solo la salud de la reina, sino también su bienestar general.

Febrero de 2022: diagnóstico de COVID

La casa real informó que la reina Elizabeth había dado positivo para COVID-19. Aunque no se supo en su momento si tenía todas sus vacunas, se dijo que estaba experimentando síntomas leves. No pudo celebrar debidamente el jubileo de platino, sus 70 años de reinado.

La pandemia ha sido especialmente cruel para los adultos mayores. Casi el 80% de las muertes ocurrieron entre personas de 65 años y más. 

Y lo cierto es que el riesgo de complicaciones por COVID comienzan a aumentar de manera exponencial después de los 50 años. Más aún pasados los 85, 90 años.

En el caso de los adultos mayores, deben vacunarse ellos y sus cuidadores, para reducir el riesgo de propagación de COVID-19.

Aunque muchos logran superar la infección, para muchos adultos mayores, algunos problemas pueden empezar luego que el virus dejó el cuerpo. 

Los adultos mayores que han sobrevivido a COVID-19 son más propensos a tener síntomas persistentes como fatiga, falta de aire, dolores musculares, palpitaciones, dolores de cabeza, dolor en las articulaciones y dificultad con la memoria y la concentración. Ya no tienen el virus en el organismo, pero sí presentan lo que se denomina COVID de larga duración, con síntomas que persisten hasta mucho tiempo después.

Pero puede ser difícil distinguir las secuelas persistentes de COVID de las afecciones comunes en los adultos mayores, como las enfermedades pulmonares, las cardiopatías y el deterioro cognitivo leve. No hay pruebas de diagnóstico ni tratamientos recomendados para COVID prolongado, y los mecanismos biológicos que subyacen a sus efectos siguen siendo un misterio.

Estar vacunado y recibir los refuerzos es esencial para que los adultos mayores se mantengan saludables.

Ese mismo mes se la vio a la reina utilizando un bastón, para poder caminar equilibradamente.

La misma reconoció que COVID la había dejado "extenuada".

Noviembre de 2021: esguince en la espalda

Ese mes, la reina tuvo que cancelar compromisos monárquicos debido a un esguince en la espalda, que se define como una estiramiento o desgarro de un ligamento.

En ese tiempo, también se dijo que había comenzado a tener ciertos problemas de movilidad.

Octubre de 2021: hospitalización

Por primera vez en años, Buckingham informó que la reina había tenido que cancelar un viaje a Irlanda y pasar una noche hospitalizada, debido a un malestar que se "estaba investigando".

El rumor en su momento fue que la reina sufría de agotamiento, luego de una serie incansable de eventos públicos, incluida una recepción con Bill Gates.

Se le recomendó tomarse un tiempo para descansar, al menos dos semanas, y aliviar su carga de responsabilidades públicas.

Antes de estas crisis de salud, la reina Elizabeth solo pasó la noche en un hospital en cuatro oportunidades: la extracción de una muela de juicio en 1982; dos operaciones de rodilla en 2003, una gastroenteritis en 2013, y una cirugía de cataratas en 2018.