Normalmente nos gusta tener certezas, más cuando se trata de nuestra salud. Por eso solemos tener un voto de confianza con los médicos que supera cualquier duda. Sin embargo, pueden darse "reversiones", casos en que los procedimientos o medicamentos recetados tienen poca o nula efectividad.
Estas prácticas desacreditadas son una barrera importante para mejorar y reducir el costo de la atención médica, pero identificarlas es difícil y rara vez se investigan.
Para compensar ese déficit, un grupo de investigadores analizó 3,000 artículos de tres importantes revistas médicas y encontró casi 400 "reversiones médicas". Aunque estas se encontraron en todas las disciplinas, las enfermedades cardiovasculares y los medicamentos recetados fueron las categorías con mayor presencia.
Los autores del nuevo trabajo son especialistas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, las universidades de Chicago y la Oregon Health & Science University. La información para su investigación, que duró 15 años, la obtuvieron de las revistas The Journal of the American Medical Association (JAMA), The Lancet y The New England Journal of Medicine (NEJM). Sus hallazgos se publicaron en eLife.
"Esperamos que nuestros amplios resultados puedan servir como punto de partida para los investigadores, responsables políticos y clientes que deseen tener una lista de prácticas que probablemente no ofrezcan beneficios netos para su uso en el futuro", dijo Vinay Prasad, hematólogo-oncólogo de Oregon Health & Science University (OHSU). El experto también ayudó a acuñar el término "reversión médica".
Según detallaron los autores, la capacidad de identificar intervenciones y otras prácticas médicas que no son efectivas es un requisito esencial para reducir el gasto médico y la desconfianza por parte de los consumidores hacia la ciencia médica legítima.
Como ejemplo, señalaron el uso de Avastin. Este fue un medicamento para el cáncer de mama metastásico aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en 2008. Le costó a cada paciente 88,000 dólares anuales, pero, en 2011, el organismo retiró su aprobación ya que la evidencia demostró que no aumentaba la tasa de supervivencia.
Resultados del trabajo
Tras investigar los distintos estudios, los especialistas se encontraron con los siguientes resultados:
- De las 396 reversiones, 154 (39%) se encontraron en JAMA, 129 (33%) en NEJM y 113 (29%) en The Lancet.
- El 92% de los estudios se realizó en poblaciones de países de ingresos altos, mientras que el 8% restante fue en países de ingresos bajos o medios.
- La enfermedad cardiovascular fue la categoría médica más común con 80 casos (20%), seguida por la salud pública / medicina preventiva con 48 casos (12%) y la atención crítica con 45 (11%).
- Respecto al tipo de intervención, los medicamentos recetados fueron los más comunes con 129 casos (33%), seguidos por los procedimientos con 81 casos (20%) y las recetas de vitamina o suplemento con 53 (13%).
- El financiamiento fue en 253 casos (63.9%) por fuentes no industriales, 88 (22.2%) por fuentes industriales y no industriales, 36 (9,1%) por fuentes solamente industriales, 3 por fuentes no industriales y compañías de seguros y en 16 casos no se identificó la fuente.
Teniendo en cuenta estos factores, los autores destacaron la importancia de controlar productos o prácticas médicas antes que se establezcan en la sociedad, ya que, de lo contrario, es difícil abandonar su uso.
"Al tratar de probar rigurosamente los tratamientos nuevos antes de que se generalicen, podemos reducir el número de revocaciones en la práctica y evitar daños innecesarios a los pacientes", señaló Prasad.
Los expertos resaltaron que no todas las "reversiones médicas" del estudio fueron mortales, aunque, por definición, si son gastos inútiles.
Por este motivo piden a la FDA y a otras agencias similares que no solo aumenten el nivel para futuras prácticas, sino que también busquen activamente investigaciones clínicas independientes, gubernamentales y sin conflictos.
Si bien poco más de un 13% de reversiones no parece significativo, los autores advirtieron que el costo de no hacer nada al respecto no será solamente financiero, sino también un golpe a la confianza pública sobre los sistemas médicos.
"Tomados en conjunto, esperamos que nuestros hallazgos ayuden a los profesionales médicos a evaluar sus propias prácticas de manera crítica y demanden investigaciones de alta calidad antes de adoptar una nueva práctica en el futuro", concluyó Alyson Haslam, epidemiólogo del Instituto de Cáncer Knight de OHSU.
Los autores también reconocieron que su trabajo presentó limitaciones, como por ejemplo la variedad de revistas analizadas. Explicaron que otros investigadores podrían categorizar los resultados de maneras diferentes, y por ello, es necesario profundizar en estos estudios.
Mientras tanto, remarcaron que existen muchas prácticas médicas peligrosas, caras e incluso difuntas que buscan esconderse entre las ciencias más legítimas.
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