Científicos estadounidenses realizaron un estudio de prueba en mujeres sanas y encontraron que quienes consumían regularmente bacterias benéficas llamadas probióticos, que se encuentran en el yogur, tuvieron una función cerebral más activa en las áreas relacionadas con lo cognitivo, emociones y sensaciones.
Dos grupos de investigadores que responden a la Universidad de California, en los Ángeles, (UCLA), Gail and Gerald Oppenheimer Family Center for Neurobiology of Stress (CNS) y Ahmanson Lovelace Brain Mapping Center, dijeron que el descubrimiento de que el ambiente bacteriano del intestino puede afectar al cerebro, tiene implicaciones importantes para futuras investigaciones de alimentos o medicamentos para mejorar las funciones cerebrales.
Puntos clave
"Muchos de nosotros tenemos un recipiente de yogur en la nevera para comerlo, para el disfrute, por el calcio que contiene, pero ahora sabemos que puede ayudar a la salud de otras maneras", dijo el Doctor Kirsten Tillisch, de la Facultad de Medicina de la UCLA. Y agregó: "nuestros resultados indican que algunos de los contenidos del yogur realmente pueden cambiar positivamente la forma en que el cerebro responde al medio ambiente”.
Los científicos saben desde hace tiempo que el cerebro envía señales a los intestinos. Se sabe porqué el estrés y otras emociones, pueden contribuir a los problemas gastrointestinales. Pero ahora, los investigadores encontraron que las señales viajan en sentido contrario también: de los intestinos al cerebro.
Los investigadores creen que estas señales, que pueden ser moduladas por cambios en la dieta, probablemente den lugar a investigaciones dirigidas a encontrar nuevas técnicas para tratar los trastornos digestivos, mentales y neurológicos.
Son microbios "buenos" que se pueden ingerir para ayudar a combatir algunas enfermedades, y que se utilizan como bacterias "beneficiosas", según indican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, su sigla en inglés).
Uno de los probióticos más conocidos y utilizados es el Lactobacillus acidophilus.
En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) clasifica los probióticos como suplementos alimentarios. Eso significa que no deben demostrar su efectividad antes de llegar al mercado, pero también implica que no se pueden promocionar para el tratamiento o la prevención de enfermedades, señala la Biblioteca Nacional de Medicina.