¿Qué efectos físicos tiene competir en el Tour de Francia?

Una imagen vale más que mil palabras. Eso fue lo que habrá pensado el ciclista polaco Pawel Poljanski cuando compartió en su cuenta de Instagram la fotografía de sus piernas inflamadas, con las venas que parecieran estar a punto de estallar, luego de correr la etapa 16 en el Tour de Francia.

"Después de dieciseis etapas, creo que mis piernas parecen un poco cansadas", posteó con sarcasmo Poljanski que compite en el equipo alemán Bora – Hansgroh.

¿Qué efectos físicos tiene competir en el Tour de Francia?
Instagram oficial @p.poljanski

La foto encendió la polémica: ¿hasta dónde puede ser saludable la actividad física llevada a este extremo?

Los especialistas en medicina del deporte atribuyen la condición de las piernas del ciclista a la cantidad masiva de la sangre que se mueve a través de las venas, que las hace abombarse.  En general, esta fotografía no representa algo que sea tan inusual para un ciclista de alta competición como Poljanski.

Además, la deshidratación y la poca grasa que tienen los corredores en el cuerpo son otros factores que influyen. Durante o después del Tour de Francia, los atletas también pueden experimentar otros efectos físicos, como temblores o "piernas muertas". Éstos se pueden minimizar con un entrenamiento especializado.

Entrenamiento físico

En la edición de este año del Tour de Francia participan 198 ciclistas que se enfrenten a una ruta de 23 días, 21 etapas y 2,220 millas con 23 ascensos de montaña y sólo dos días de descanso. Es una de la pruebas deportivas más intensas y exigentes.

Para que un ciclista esté en excelentes condiciones y pueda lograr el nivel de aptitud física que esta competencia requiere, debe mantener un plan de entrenamiento especial varios meses antes.

Un deportista de élite suele entrenar 6 días a la semana con un día de descanso para recuperarse, aunque antes de una competición pueden llegar a entrenar dos veces al día todos los días de la semana. Esto es una cuestión de adaptación física y mental.

Al adaptarse a un ritmo de entrenamiento alto también lo hacen los músculos, que necesitan menos tiempo para recuperarse.

Alimentación

Para evitar el desgaste también es fundamental una alimentación adecuada con la que el cuerpo pueda tener la energía necesaria. Aunque durante las competencias a los ciclistas se les ve con una contextura delgada y magra, el consumo de calorías que ingieren cada día superan a los de una persona normal, incluso a quienes están pasados de peso.

La dieta de una persona común se basa en un consumo de 1,500 o 2,000 calorías diarias. La de un ciclista se eleva a más de 6,000 y en las etapas de montaña, donde la exigencia energética es mayor, llegan a superar las 8,000 calorías.

Según el menú que confeccionan los médicos y nutricionistas de cada equipo, aproximadamente el 60 por ciento de los nutrientes deben ser hidratos de carbono que aprovisionen la energía suficiente para pedalear hasta por cinco horas y resistir los más duros puertos de montaña.

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