La contaminación del aire relacionada con las ciudades elevaría el riesgo de ataque cerebral y deterioro cognitivo, encontraron dos estudios publicados en los Archives of Internal Medicine.
El primer estudio revisó los casos de 1,705 pacientes, y encontró que respirar aire contaminado, incluso a niveles considerados seguros por la Agencia de Protección Ambiental, elevaría el riesgo de ataque cerebral isquémico en un 34%.
Puntos clave
- Vivir en una ciudad contaminada se relacionaría con un mayor riesgo de ataque cerebral y demencia.
- Las partículas suspendidas y los gases serían los causantes de este riesgo.
- La vida urbana también se relacionaría con un mayor riesgo de problemas de salud mental.
"Los gases y las partículas suspendidas en el aire serían los causantes de estos problemas: estas sustancias alterarían el funcionamiento de las arterias, lo que elevaría el riesgo de ataque isquémico al interrumpir o reducir el flujo sanguíneo al cerebro", explica el Dr. Gregory A. Wellenius, de la Universidad Brown.
El otro estudio, dirigido por la profesora Jennifer Weuve, de la Universidad Rush, analizó las capacidades cognitivas de 20,000 mujeres mayores.
Luego de calcular los niveles de contaminación propios del lugar de residencia de cada paciente, los investigadores observaron que aquellas que vivían en lugares más contaminados presentaban menos habilidad para recordar y procesar datos, así como un mayor riesgo de demencia.
De acuerdo con la profesora Weuve, "Aunque se ha relacionado la contaminación ambiental con otros problemas de salud como ataque cerebral, arritmia o infarto, se sabe muy poco sobre su relación con el deterioro cognitivo; nuestro estudio es el primero en encontrar un vínculo".
No obstante, la profesora Weuve reconoce que, en este campo, se requerirían más investigaciones, ya que no se sabe bien cómo es que la contaminación afecta la salud del cerebro. Por su parte, el Dr. Wellenius cree que esto se debería a que, al afectar el flujo sanguíneo, la contaminación podría privar a ciertas partes del cerebro de oxígeno, produciéndoles daño.
Aun si la contaminación no es un factor de riesgo directo de ataques cerebrales y deterioro mental, los especialistas consideran que estos hallazgos deberían motivar nuevas políticas ambientales.
"Reduciendo tan sólo en 20 por ciento los niveles de partículas suspendidas, estaríamos previniendo hasta 184,000 hospitalizaciones por ataque cerebral", asegura el Dr. Wellenius.
Asimismo, la profesora Weuve considera que "No podemos obligar a la gente a que haga ejercicio y coma bien, hábitos que han demostrado combatir el deterioro cognitivo, sin embargo podemos mejorar la calidad del aire, con lo que contribuiríamos a prevenir la demencia y ayudaríamos a la sociedad entera a tener una mejor calidad de vida".
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