El estudio, realizado por investigadores del Departamento de Neurociencia de la Universidad de Uppsala y publicado en la revista Sleep, examinó los niveles de dos tipos de moléculas cerebrales: la enolasa neuroespecífica (NSE), una enzima utilizada como marcador de lesiones neuronales, y la proteína S-100B marcador clínico del daño cerebral. El número de dichas moléculas del cerebro aumenta en la sangre cuando se producen lesiones cerebrales.
Los investigadores hicieron un análisis de sangre a 15 hombres jóvenes y sanos que fueron privados de sueño por una noche y que en otra etapa del estudio durmieron aproximadamente 8 horas. Los resultados revelaron que los niveles séricos de las moléculas se incrementaron en un 20% cuando fueron privados del sueño en comparación con los valores obtenidos después de una noche de sueño.
Puntos clave
- No dormir favorece procesos de neurodegeneración del sistema nervioso.
- Privarse de una noche de sueño aumenta las concentraciones sanguíneas de NSE y S-100B.
- Dormir bien sería crucial para la salud del cerebro.
"Hemos observado que una noche de la pérdida total de sueño fue seguido por el aumento de las concentraciones sanguíneas de NSE y S-100B. Estas moléculas cerebrales se elevan en la sangre en condiciones de daño cerebral. Por lo tanto, nuestros resultados indican que la falta de sueño puede promover procesos neurodegenerativos ", mientras que, al contrario, “una noche en la que se duerme bien podría tener una importancia crítica para el mantenimiento de la salud del cerebro”, afirmó el Dr. Christian Benedict, autor principal del estudio.
El sueño y el aumento de peso
En un estudio anterior difundido en 2011, el Dr. Benedict había relacionado dormir poco con una disminución del metabolismo, lo que a su vez genera un aumento de peso. De acuerdo con los resultados, una sola noche de sueño perdida volvía más lento el metabolismo a la mañana siguiente y reducía entre un 5 y un 20% el gasto energético de funciones como respirar y digerir, comparado con los resultados después de una buena noche de descanso.
Para llegar a dicha conclusión el equipo de Benedict estudió a 14 varones universitarios bajo una serie de "condiciones" de sueño (sueño reducido, nada de sueño y sueño normal) durante varios días y, luego, determinó las variaciones en la cantidad de comida que ingerían, los niveles de azúcar en sangre y de las hormonas, y la velocidad de la actividad metabólica.
Después de no dormir, los participantes también tuvieron niveles matinales más altos de azúcar en sangre, de las hormonas reguladoras del apetito, como la grelina, y de las hormonas del estrés, como el cortisol.